Cambio climático II – la transformación de la naturaleza pone en peligro la humanidad

Por Rubén Darío Rodríguez López

La humanidad enfrenta unos desafíos ambientales que han venido aumentando en número y gravedad desde la Conferencia de Estocolmo de 1972 y que representan ya una emergencia planetaria. Si bien, abordar dicha emergencia es complicado, en el informe —Hacer las paces con la naturaleza (2021)— del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, nos muestra un camino claro hacia un futuro sostenible, caracterizado por nuevas posibilidades y oportunidades, pero también el triste diagnóstico del mundo, sobre la situación ambiental.

La pérdida de la biodiversidad y la integridad de los ecosistemas socava nuestros esfuerzos en el 80% de los ODS (objetivos de Desarrollo Sostenible) evaluados, lo que hará más difícil si cabe informar acerca de los avances registrados en materia de reducción de la pobreza y el hambre, y sobre la salud, el agua, las ciudades y el clima. Basta con observar la pandemia mundial causada por la COVID-19, una zoonosis —es decir, una enfermedad transmitida de los animales a los seres humanos—, para saber que el preciso engranaje, que es el mundo natural, se ha visto perturbado. Y, por último, la "estela tóxica" del crecimiento económico: la contaminación y los residuos, que provocan cada año la muerte prematura de millones de personas en todo el mundo. (Inger Andersen, Directora ejecutiva del PNUMA, 2021).

El informe concluye que los cinco (5) desafíos más importantes para mitigar los efectos del cambio climático son los siguientes:

• Los cambios ambientales están socavando los logros en materia de desarrollo que tanto ha costado conseguir, ya que acarrean costos económicos y millones de muertes prematuras al año. Asimismo, impiden que se avance en aras de la erradicación de la pobreza y el hambre, la reducción de las desigualdades y la promoción de un crecimiento económico sostenible, el trabajo decente para todos, y unas sociedades pacíficas e inclusivas.

• El bienestar de los jóvenes de hoy y de las generaciones futuras depende de una ruptura urgente y clara con las tendencias actuales de deterioro del medio ambiente. Los diez próximos años son cruciales. La sociedad debe reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 45% de aquí a 2030 en comparación con los niveles de 2010 y alcanzar las cero emisiones netas en 2050, a fin de limitar el calentamiento a 1,5 °C en consonancia con el Acuerdo de París y, al mismo tiempo, conservar y restaurar la biodiversidad y minimizar la contaminación y la generación de desechos.

• A fin de lograr la sostenibilidad, las emergencias ambientales de la Tierra y el bienestar humano deben abordarse de forma conjunta. Es menester armonizar la elaboración de los objetivos, metas, compromisos y mecanismos de los principales convenios ambientales y su aplicación para que sean más sinérgicos y eficaces.

• Los sistemas económicos, financieros y productivos pueden y deben transformarse para dirigir e impulsar el cambio hacia la sostenibilidad. La sociedad debe incluir el capital natural en la toma de decisiones, eliminar los subsidios perjudiciales para el medio ambiente e invertir en la transición hacia un futuro sostenible.

• Todo el mundo tiene un papel que desempeñar para conseguir que los conocimientos, la inventiva, la tecnología y la cooperación de los seres humanos pasen de estar al servicio de la transformación de la naturaleza a servir a la transformación de la relación de la humanidad con la naturaleza. La gobernanza policéntrica es clave para que la gente pueda expresarse y actuar de un modo responsable desde el punto de vista ambiental, sin dificultades ni sacrificios personales indebidos.

El actual modo de desarrollo degrada la capacidad finita de la Tierra para sustentar el bienestar humano

• "El bienestar humano tiene una dependencia crítica de los sistemas naturales de la Tierra. Sin embargo, los avances económicos, tecnológicos y sociales han conducido también a una reducción de la capacidad de la Tierra para sustentar el bienestar humano actual y futuro. La prosperidad humana depende del uso racional del espacio finito y los recursos restantes del planeta, así como de la protección y el restablecimiento de sus procesos sustentadores de la vida y de la capacidad de absorber los desechos".  Esto demuestra que se han logrado grandes avances tecnológicos a costa del sacrificio de la calidad de vida, deteriorada por la posibilidad de llegar al punto de no tener recursos naturales para sustentarla.

• "En los últimos 50 años, la economía mundial prácticamente se ha quintuplicado, en gran parte debido a que la extracción de recursos naturales y energía se ha triplicado, lo que ha impulsado el crecimiento de la producción y el consumo. La población mundial se ha multiplicado por dos, hasta alcanzar los 7.800 millones de personas y, aunque en promedio la prosperidad también se ha duplicado, unos 1.300 millones de personas continúan siendo pobres y unos 700 millones pasan hambre". Claro mensaje a los modelos económicos neoliberales y extraccionistas, de que su modelo es un fracaso.

• "El modelo de desarrollo cada vez más desigual y de alto consumo de recursos impulsa el deterioro del medio ambiente a través del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y otras formas de contaminación y degradación de los recursos".  Hoy los afanes de producción y del mercado, nos están llevando a un punto sin retorno.  El hambre y la sed serán las próximas pandemias.

La sociedad está lejos de cumplir el Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a un nivel muy inferior a los 2 °C por encima de los niveles preindustriales y de procurar contener aún más el aumento de la temperatura para mantenerlo por debajo de 1,5 °C. En conjunto, las actuales políticas nacionales de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero sitúan al mundo en una trayectoria de calentamiento de al menos 3 °C en 2100. El calentamiento antropogénico de más de 1 °C ya ha provocado modificaciones en las zonas climáticas, cambios en los patrones de precipitación, derretimiento de las capas de hielo y los glaciares, aceleración del aumento del nivel del mar y eventos extremos más frecuentes e intensos, lo que supone una amenaza para las personas y la naturaleza.

La capacidad de la Tierra para satisfacer las crecientes necesidades de alimentos nutritivos, agua y saneamiento seguirá menguando ante el continuo deterioro del medio ambiente, algo que ya están experimentando las personas vulnerables y marginadas. Por ejemplo, la seguridad alimentaria se ve amenazada por la pérdida de polinizadores y de suelo fértil. La pérdida de polinizadores pone en peligro la producción mundial anual de cultivos, que tiene un valor de entre 235.000 y 577.000 millones de dólares.

Este es, en resumen, el difícil panorama que presenta el mundo hoy y que no se necesitan más investigaciones y más pruebas para corroborarlo.  Su ciudad, su televisor, los noticieros y las fuertes imágenes en redes sociales, de inundaciones, incendios, fenómenos como el Niño y la Niña, el descongelamiento glaciar, las altas temperaturas, la presencia de animales silvestres por fuera de sus hábitat naturales, la muerte de millones de abejas y muchos más ejemplos que me faltaría enunciar.

En la próxima columna, analizaremos el panorama en cifras del mundo y de Colombia, frente a los efectos del cambio climático.

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