Potencial de los carbones de bajo rango (Leonardita y “Boyacita”) en la recuperación de suelos y minería no contaminante

Las "Boyacitas", aportan de manera significativa Carbono Orgánico a los suelos, a un costo relativamente bajo. (Foto FAO).

Por Reinaldo Meneses Quintero – Ingeniero Civil -UN-

Chicamocha News – 12 de octubre de 2021.

El presente documento corresponde a una revisión bibliográfica (en especial Universidad de la Guajira y la FAO) sobre el potencial que tienen los carbones denominados de bajo rango (BR), en nuestro caso, lignitos oxidados o leonardita nacional procedente de Boyacá, "Boyacita", en la elaboración de ácidos húmicos para la carbonización y recuperación de suelos agrícolas, toda vez que mejoran las características físico químicas de estos, estimula la población microbiana y promueve el crecimiento y desarrollo de las plantas. También se presenta como una nueva alternativa de minería de carbón energético contaminante a una más ecológica.

El carbón viene siendo una roca sedimentaria de origen orgánico, derivada de la compactación de vegetales y animales en condiciones especiales de presión y calor desde la turba hasta antracita, así obtiene el rango de combustión que lo define. Nuestros carbones de bajo rango "Boyacita", son de textura blanda y desmenuzable de color negro terroso y bajo potencial energético.

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) publicó el documento "Recarbonización de los suelos del mundo" en alusión a la urgente necesidad de recargar de Carbono los suelos agrícolas mediante prácticas de Manejo Sustentable del Suelo (MSS) mejorando así la producción de alimentos y medios de vida para contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) para el año 2030.

Dice que, "como parte de las funciones naturales y servicios ecosistémicos provistos por los suelos, un suelo saludable almacena más Carbono que el almacenado en la atmósfera y la vegetación". Según la FAO, los suelos cultivados del mundo han perdido entre el 25% y el 75% de sus reservas originales de carbono, principalmente debido a prácticas insostenibles que producen degradación de la tierra y amplificación del cambio climático y sus impactos. La degradación de la tierra, entendida como pérdida de Carbono, disminuye la capacidad del suelo, contribuyendo a las amenazas globales como el cambio climático, con un costo estimado en no menos de un Billón de dólares.

Por lo tanto, recomienda implementación de prácticas probadas de Manejo Sustentable del Suelo (MSS) centradas en el Carbono Orgánico del Suelo (COS), existente en suelos ricos en Carbono (turberas, suelos negros, permafrost, etc.). En nuestro medio las turberas y depósitos de lignitos oxidados o "Boyacita" serían las principales fuentes) para secuestrar más Carbono en suelos con dicho potencial (suelos agrícolas y degradados) y se enfocaría en compensar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).

Las prácticas de Manejo Sustentable del Suelo, centradas en su Carbono Orgánico, no solo podrían mitigar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, sino que también ofrecen múltiples beneficios como mejorar la seguridad alimentaria y los ingresos de los agricultores, reducir la pobreza y la desnutrición, brindar servicios ecosistémicos esenciales (regulación climática e hídrica, mantenimiento de la biodiversidad y ciclaje de nutrientes, entre otros), contribuyendo a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sustentable y creando resiliencia a eventos climáticos extremos.

Es bien sabido que el Carbono Orgánico del Suelo es el principal indicador de la salud del suelo y es responsable de muchas funciones de este, ya que brinda muchos servicios ecosistémicos y constituye el mayor reservorio terrestre de Carbono. Por lo tanto, el Carbono Orgánico del Suelo juega un papel crucial en el equilibrio global del Carbono, al regular procesos biogeoquímicos dinámicos y el intercambio del Gas de Efecto Invernadero. Se estima que hemos liberado a la atmósfera cantidades considerables de CO2 a causa del cambio en el uso del suelo y de prácticas agrícolas insostenibles, lo que se traduce en un agotamiento histórico del Carbono Orgánico del Suelo.

El cambio climático constituye una amenaza global que exige una acción inmediata de todas las industrias del mundo, incluida la agricultura; por esta razón es necesario tomar ventaja del vasto conocimiento existente sobre el Carbono Orgánico del Suelo y así, desde la agricultura y ganadería aportar a la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero. El mantenimiento de las reservas de Carbono Orgánico del Suelo mediante el Manejo Sustentable del Suelo, constituye una solución factible para compensar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, al tiempo que se proveen múltiples beneficios para el medio ambiente, las personas y la economía.

Dentro del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, al abordar temas relacionados con la agricultura y ganadería y sus efectos sobre el cambio climático y seguridad alimentaria, se incluyeron los suelos como un tema clave bajo el título "Mejora el Carbono del suelo, la salud del suelo y la fertilidad del suelo en pastizales y cultivos, así como sistemas integrados, incluida la gestión del agua". Es así como el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) publicó un informe especial sobre el Cambio Climático y Tierra (IPCC 2019), que destaca que, aumentar las reservas de Carbono orgánico del Suelo es una de las opciones más rentables para la adaptación y mitigación del cambio climático y también para combatir la desertificación, la degradación de la tierra y la inseguridad alimentaria.

Por lo tanto, el manejo sustentable del suelo, centrado en el Carbono Orgánico del Suelo, es una solución asequible, en donde la investigación ha demostrado que las prácticas de Manejo Sustentable del Suelo pueden incrementar las reservas de Carbono en los suelos agrícolas e incluyen labranza mínima o nula del suelo, incorporación de rastrojos, cultivos de cobertura, diversificación de cultivos, agroecología, adición de materia orgánica y abonos, manejo de la fertilidad de la tierra, agroforestería, rotación de pastos y control de la erosión hídrica y eólica del suelo.

La pérdida de las reservas de Carbono del suelo puede ser frenada mediante una agricultura sostenible, y restaurada mediante la adición de enmiendas ricas en Carbono, como sería el caso de los abonos húmicos y fúlvicos, lo que traería múltiples beneficios para el medio ambiente, los productores y los consumidores; además, las inversiones en el Manejo Sustentable del Suelo conllevan grandes beneficios en materia de seguridad alimentaria y nutrición, reducción de pobreza, provisión de servicios ecosistémicos y desarrollo sustentable; o sea, muchos beneficios y sinergias y que no se han identificado efectos adversos al aumentar las reservas de Carbono en el suelo.

La utilización de ácidos húmicos procedentes de lignitos oxidados que en Estados Unidos se denominan leonarditas y que en nuestro caso serían "Boyacitas", aportan de manera significativa Carbono Orgánico a los suelos, a un costo relativamente bajo, contribuyendo así a la reducción de Gases Efecto Invernadero, aumentando de manera significativa a la producción agrícola, mejorando notablemente el nivel de vida de los agricultores y contribuyendo a la mejor salud del planeta.

Se torna más conveniente si se produce bajo altos estándares de Responsabilidad Social y ambiental, generando oportunidades de trabajo a grupos marginales como madres cabeza de familia y personas de la tercera edad que ya no obtienen empleos bien remunerados. Esta es la política de la Sociedad Agrícola Manaria, productora de AGRO HUMICOL, enmienda orgánica rica en carbonos tipo ácidos húmicos. Esta "Boyacita", por ser materia prima procedente de minas de carbón nacionales, productoras de antracita de alto rango con destino a plantas térmicas altamente contaminantes y generadoras de Gases de Efecto Invernadero, se convertiría en una alternativa ambientalmente limpia para esta minería.

La mayoría de los suelos en climas tropicales cálidos, como son los nuestros, presentan bajos contenidos de materia orgánica y a menudo se acelera su pérdida por prácticas agrícolas inadecuadas, mal manejo de los suelos y baja reposición de esta. Ante tal situación para recuperar los suelos como medida de compensación, se ha vuelto práctica común adicionar enmiendas orgánicas o abono orgánico con el fin de mejorar las características físicas, químicas y biológicas de los suelos, lo que ha generado una dinámica importante en la producción y comercialización de estos productos muy utilizados en agricultura ecológica.

La mayoría de enmiendas húmicas se obtienen del compostaje de residuos agrícolas domésticos, estiércoles, lodos de plantas de tratamiento de aguas residuales, residuos orgánicos municipales, etc.; sin embargo, a menudo la oferta de estos materiales es variable en cantidad y calidad, y esta heterogeneidad dificulta la producción continua y estandarizada de los abonos orgánicos, generando fluctuaciones en costos, oferta disponible y calidad. En complemento a las fuentes tradicionales para la elaboración de enmiendas orgánicas, los carbones de bajo rango o carbones pobres. "Boyacita", en nuestro caso, debería ser considerada como una materia prima más homogénea y de oferta relativamente constante. Se concluye que la posibilidad de usar nuestra "Boyacita" como materia prima para el desarrollo de una enmienda orgánica para el sector agrícola es real y debe ser tenida en cuenta.

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