El páramo del Almorzadero tiene un área
total de 157.705 hectáreas representando el 5.43% del total de áreas de páramos
del país, de las cuales, 107.718 hectáreas (68%) corresponden al departamento
de Santander y 49.747 (32%) al departamento de Norte de Santander.
Como se puede apreciar, todos los
municipios de la provincia de García Rovira, excepto el municipio de
Capitanejo, hacen parte de este complejo ambiental y la mayoría de su
territorio está delimitado dentro del sistema de páramo, según la Resolución
152 del 31 de enero de 2018, por medio de la cual se delimita el páramo del
Almorzadero. Municipios como Cerrito tienen el 86,79% en zona de páramo,
Concepción el 75,4%, Carcasí el 65.8%, Guaca el 56,2%, San Andrés el 22,5% y así
sucesivamente, incluyendo a Santa Bárbara y Piedecuesta de la provincia de Soto
o Metropolitana.
En cuanto a humedales, nacimientos y
turberas en el páramo del Almorzadero, en zona del departamento de Santander se
encuentran 96 lagunas. El municipio que presenta la mayor riqueza en humedales
de alta montaña dentro del páramo es Cerrito, con 12 lagunas y 5 complejos
lagunares, seguido por Concepción con 11 lagunas y 2 complejos lagunares. Entre
las principales lagunas del complejo se encuentran: Laguna Rusia, que presenta
la mayor área con aproximadamente 77 has, seguida por la Laguna la Arriviatada
con 17 has, Laguna Curíes con 14 has y la Dómina con 11 has. Por su parte, el
departamento Norte de Santander cuenta con 21 lagunas. Las lagunas se
encuentran distribuidas en el municipio de Chitagá, aportando a los Ríos
Caraba, Chitagá y Margua.
Respecto a la relevancia biológica del
páramo del Almorzadero, alberga el 9% de la flora de páramo de Colombia, con un
total de 497 especies, pertenecientes a 246 géneros y 109 familias. Del total
de especies, el mayor porcentaje corresponde a espermatofitos (84%) con muy
bajos porcentajes de helechos, briófitas y líquenes. Este complejo presenta el 58% de los
mamíferos de páramo reportados para el país (Solari et al., 2013), el 30% de
las especies de aves restringidas a páramo (Stiles, 1998), de las cuales hay un
alto porcentaje de especies endémicas (20 casi endémicas y 2 endémicas para
Colombia). En cuanto a los anfibios, el complejo tiene el 30% de las especies
de alta montaña y páramo registradas para Colombia (Ardila & Acosta, 2000;
Lynch & Suárez-Mayorga, 2002; Bernal & Lynch, 2008) y alrededor del 20%
de las especies endémicas para las zonas altas de Colombia (Amphibiaweb, 2015).
Destacando la presencia del Cóndor de los Andes, como animal insignia de los Andes
latinoamericanos.
Socioeconómicamente hablando, en esta
área ambiental vive una población proyectada de 8.450 personas, que
corresponden a un número aproximado de 1.972 familias, de las cuales, 1.763
(89,4%) están en el departamento de Santander y 209 (10,6%) en el departamento
Norte de Santander. Según la Universidad de Pamplona (2015), la economía de los
habitantes del páramo del Almorzadero se basa en el sector primario,
principalmente en las actividades agrícolas y pecuarias, que ocupan a la
mayoría de la población económicamente activa. El cultivo más representativo es
la papa, el 59% de las familias la producen como monocultivo y el 24% en asocio
con otros cultivos como trigo, ajo, cebada, zanahoria, cebolla; en más pequeñas
proporciones se siembra maíz, fríjol, arveja principalmente para el autoconsumo
y se encuentra ganadería bovina, ovina y explotaciones de trucha y gallinas de
traspatio para el abastecimiento de fuentes proteínicas, para surtir de alimentos a todos los
municipios de la región, incluso se surten las centrales de abastos de
Bucaramanga, Cúcuta y Costa atlántica.
El problema principal ha radicado en que
estas áreas empezaron a considerarse de protección especial, teniendo en cuenta
que muchos municipios surten el agua vital de todas estas fuentes hídricas que
de allí brotan y que la explotación minera y de
hidrocarburos, principalmente a cielo abierto, han venido causando
graves daños de contaminación al ecosistema de páramo y algunas explotaciones
agropecuarias que, mal manejadas, también han contribuido a este deterioro;
aunado a lo anterior, la desaparición de bosques nativos por causa de la
deforestación para la ampliación de la frontera agrícola, también ha traído
consecuencias negativas para la protección de fuentes hídricas y el
mantenimiento del ecosistema.
Ahora, de acuerdo a la Resolución 152 del
31 de enero de 2018, expedida por el Ministerio de desarrollo y medio ambiente,
fundamentada jurídicamente en la Ley 1382 de 2010, la Resolución 937 de 2011,
El artículo 202, parágrafo 1 de la Ley 450 de 2011, este último que establece
que prohibiría que en los ecosistemas de páramo se adelantaran actividades
agropecuarias, de exploración o explotación de hidrocarburos y la Ley 1753 de
2015 ratifica las delimitaciones de los ecosistemas de páramos y establece
mecanismos participativos para iniciar el proceso de extracción de los
cultivos, explotaciones y población de estas zonas. Pero también hay que dejar
claro que, esta resolución responsabiliza y obliga al Estado, a través de su
institucionalidad, a realizar planes, programas y proyectos de reconversión,
todo esto dentro de un proceso de transición, concertado con alternativas de
producción amigable con el ecosistema (sistemas silvopastoriles,
agroforestales, agroecología, agricultura limpia, formalización de predios,
ecoturismo, agroturismo, etc.). Sin embargo, todo está en el papel, todos
conocemos que de concertación y de transición no ha habido una sola acción.
De todo esto son conscientes los
campesinos y colonos que allí viven, quienes han venido pidiendo al gobierno
que encuentren caminos en común, que establezcan la delimitación de la frontera
agrícola, sin perjudicar la seguridad alimentaria, que les brinden los
instrumentos de política, acorde a sus necesidades, que les enseñen a explotar
sin contaminar (asistencia técnica), pero, según ellos, hoy no han sido
escuchados y ven como cada día, se les amenaza con quitarles sus explotaciones
a través de decretos que les impedirían, entre otras cosas, obtener guías de
movilización del ganado, certificados de vacunación, impedirles acceder a
créditos agropecuarios, no acceder a programas de formalización de predios,
etc.
La protección ambiental y la seguridad
alimentaria son dos cosas necesarias para la subsistencia humana, pero en estos
momentos es más importante y primordial la gestión pública del gobierno
(Ministros, Gobernadores, Alcaldes, Corporaciones Autónomas) para destrabar la
discusión, de cuál es más importante de las dos, o ambas son importantes,
excepto la explotación minera de hidrocarburos que, a través de sendas
concesiones, otorgadas a empresas mineras internacionales, son las verdaderas
amenazas de los ecosistemas de páramos.
Desde acá nos solidarizamos con los parameros
de García Rovira, de Norte de Santander y Boyacá, incluso los de Santurbán, que
cada día que pasa no ven salidas diferentes a las tomadas por el gobierno
(policía y garrote) y que muy seguramente, de no llegar a un acuerdo, se
convertirán en una bomba social que puede estallar en estas regiones, que de
por sí, han sido abandonadas históricamente por los gobiernos de turno.
(Cuadros,
fuente: Instituto Alexander von
Humboldt. (2017). Recomendación para la delimitación, por parte del Ministerio
de Ambiente y Desarrollo Sostenible del Complejo de Páramos Almorzadero a
escala 1:25.000. Bogotá: Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
Alexander von Humboldt – Fondo Adaptación).