Ahora no tienen sino a lo más, dos chinos,
a los otros los ahogan…
(Descripción de la familia actual, en palabras de Eusebio, un amigo de Carcasí).
Y para familias numerosas las del Chicamocha Medio; ¿por
qué no?, los pueblos de este territorio, del que mucho hemos hablado y
seguiremos hablando, ajustan una familia de 30 hermanos, los tres mayores
superan los 481 o 482 años para no herir susceptibilidades, con una diferencia
de cerca de 430 con los menores, (Tipacoque, Sativasur y Santa Bárbara).
Tres Provincias y el reconocimiento de Cubará, Santa
Bárbara y Cepitá, son apenas los que se integran en esta gran casa, de puertas
abiertas para los del otro lado del río.
Por el 10 de marzo, cumpleaños Málaga, los mismos que
cumplió este año el Cocuy y solo algunos más que Soatá…
Su historia no debe ser la reciente, la de los últimos
500 años, este territorio ha existido por mucho más… nuestros ancestros: Guanes,
Servitas, Comoguates, Tequies, Laches, Guacamayas, Moabitas, Soata, Sativas,
Onzagas, Chitagotos, Cocuyes entre muchos… poblaron ese valle que se
extiende bajando de Comoguate, (Paramo del Almorzadero), por el rio
Tequiano, hasta el río Chicamocha.
Se unieron todas las culturas, se integró la religiosidad
ancestral, la caza, la pesca, la minería, la alfarería, así como la hilandería;
el comercio cimentado en la sal y la chicha; una estructura administrativa
entorno a algunos cacicazgos, una organización de defensa militar que
identificó verdaderos guerreros, de los cuales trataremos en otros escritos,
bien su sangre lo merece.
La colonia apareció y, contrario a lo que nos enseñaron
en nuestro segundo de primaria, la conquista no se hizo armada, inició con un
verdadero análisis científico del territorio… cartógrafos, geólogos, artistas,
biólogos, geógrafos y naturalistas, entre otras ciencias, se mimetizaron detrás
de los hábitos y con la cruz a cuestas, desde las provincias de Pamplona y
Tunja iniciaron la exploración del territorio; su principal misión, “ponerle
alma estos salvajes”.
Es así como al territorio ingresan personajes que se
desconocían en los anales de la historia, Fray Alonso de Zamora, en sus “Historias
del Nuevo Reino de Granada”, describe la presencia de ilustres misioneros
como Fray Jerónimo Mirón, quien estuvo encargado del Valle de Tequia, su
presencia por más de 55 años adoctrinó, no solo la fe de los nativos, sino la
forma de pensar, y abrió las puertas para una de las primeras reformas agrarias
del territorio, donde simplemente se les quitó la tierra a sus verdaderos
dueños.
Este Fraile, quien murió centenariamente, y sus restos
desaparecieron en el subsuelo de una calle no muy celebre de Málaga, pero sobre
las cuales hace más de 300 años estaba el núcleo urbano, no fue el único en el
territorio; Fray Bartolomé de la Sierra y Fray Diego Martínez realizaron lo
propio en el territorio de lo que hoy es Norte y Gutiérrez de Boyacá; así la
iglesia juega papel preponderante y, por qué no, una cultura mesiánica en el
arraigo de las familias de la región del Chicamocha Medio.
Esta idiosincrasia permanece por siglos, nos hemos
acostumbrado a mirar hacia el cielo y a esperar una cura milagrosa, una señal
divina, la solución a nuestros problemas… mucho más allá de mirar hacia el
cielo para construir nuestro propio futuro.
Al parecer esto no es gratuito, es producto de la
construcción cultural colectiva, la asociación de etnografías, indígena, blanca
y negra; la influencia de un modelo cultural importado, permanentemente
realimentado, sumándole el olvido de las tradiciones, transformando el
comportamiento humano de un ser creador a un individuo dependiente; como lo
determino la Doctora Virginia Gutiérrez de Piñeres, ¡sí, la del billete de
$10.000!, esta santandereana que, en sus estudios Etnográficos y
Antropológicos, caracterizó la familia colombiana y puntualmente la de nuestro
territorio.
Este nuevo siglo, del que va más del 20%, se ha
caracterizado por el perfilamiento de nuevos individuos, más dependientes, tal
vez fruto del fenómeno de abuelos criando nietos o, por qué no decirlo,
malcriando nietos para vengarse de sus hijos…
algunos los han llamado nativos digitales, nos damos cuenta de que son
digitalmente dependientes; sin embargo, su mayoría de edad les ha dado nuevas
responsabilidades, más bien “irresponsabilidades”, llevándonos a interpretar un
futuro alarmante para el territorio, no sólo del Chicamocha Medio.
Ágiles en dos circunstancias, al descalificar y al
evadir… alguien sostenía, “eso es lo que da la tierra” … con cierto temor,
asumimos que puede ser verdad; el crecimiento social, no sólo se influencia por
este tipo de circunstancias, modelos diferentes han sido viciados por la
corrupción, por el interés individual, por los deseos de protagonismo, tal vez
por querer ser ese mesías que todos están esperando.
Así como están, prontos a terminar unos gobiernos, los
locales; avanza el desarrollo de un nuevo Gobierno para el país… la cada vez
más frágil memoria nos lleva a olvidar lo que se prometía en campaña;
fugazmente se identificó un plan de desarrollo para el cuatrienio, su discusión
quedó en vilo, porque entramos en el modo de las reformas, y tan pronto
empezamos a escudriñar las reformas, los escándalos se toman la opinión
pública…
Podemos decir que se inició un cambio de gobierno,
producto del descalabro del anterior, que enciende la llama mediática, la cual
logra suficiente combustible desde las redes sociales y los “influencers”, la
polarización es un catalizador más.
Como producto de ese cambio, como toda reposición de
equipo, para tenerlo en términos de telefonía celular, se espera uno mucho
mejor… si quisiéramos llevarlo a unos términos más coloquiales, se podría
decir, “mi amigo buscaba una más bonita” …
Algunos encontraron una oportunidad en ese cambio, desde
la convocatoria social y ambiental propendían por espacios de participación;
muchos, solo un protagonismo para reencauchar sus campañas locales;
posteriormente los frutos fueron los mismos…
Revisando el plan de desarrollo propuesto, se acude a la
constitución de 1991, se llena de sinónimos para hacerla parecer diferente,
pero en ultimas solo acudir a lo que ya está consagrado.
Se acude a los diálogos regionales vinculantes, en busca
de validar lo que opinan las comunidades y caemos en lo mismo: Seguridad
humana y justicia social, Ordenamiento territorial, Las vías públicas son
fundamentales para el desarrollo de todos los sectores económicos, Conexión
vial entre Casanare, Meta y Boyacá (Puerto Gaitán –Maní – Aguazul- Sogamoso),
la red hospitalaria en Santander y su necesidad de cambiar la contratación
laboral; Consolidar los procesos de Reforma Rural Integral, alinderados con el
ordenamiento territorial y la justicia social… y así más palabras bonitas
sin profundidad.
La región del Chicamocha Medio, ausente en propuestas,
así como liderazgos y por lo tanto proyectos; la tan cacareada lucha por el páramo
del Almorzadero y su delimitación, se queda tal como se consagró el 15 de
noviembre del 2022, es decir, lo acordado el tres de febrero de 2023 en Málaga
sigue en el limbo.
Las reformas, igual de enredadas que siempre, se busca
que, si no se puede convencer, al menos se confunde; debo ser crítico en este
espacio, dado que soy víctima del sistema de salud, aunque de forma indirecta,
pero lo soy… por tal razón, añoro una reforma centrada en la prevalencia de la
vida y no en el cambio de manos del negocio.
Muchas cosas se pueden narrar de un territorio y más
después de 500 años, el reciente cumpleaños del Cocuy y de Málaga; la cercanía
de edad con Soatá, como hermanos mayores, son el referente de nuestra familia;
una familia que pide a gritos una transformación social… busca desesperadamente
verdaderos liderazgos… necesita la capacidad intelectual, técnica y moral de
sus futuros gobernantes… no se debe elegir por cansancio o por aquel que paga
el mejor precio por el voto; no podemos seguir en el mismo carrusel de la
corrupción.
Mucho
he repetido, hay que cambiar, “el hacer por hacer, por el saber hacer”.