¿Perdemos la cabeza por un Voto…?

 "¿A cómo me deja esos bichos,

quitándoles la cabeza?;

perdóneme que se lo diga

con tanta franqueza,

pero en Santander,

la hormiga, al igual que la mujer,

se cotiza por lo demás

y no por la cabeza"

(De la cultura Guane...). 


Por Germán Alfonso Garcés Mariño
Chicamocha News, 30 de septiembre de 2023

Quiero iniciar sin perder la cabeza por la cita anteriormente escrita, si bien, no hemos encontrado su autor, es muy característica de la cultura Guane; los herederos del cacique Guanentá, quien le dio representatividad a la región del Chicamocha al ofrendar su vida con honor; tal vez para acentuar el carácter espiritual del Hilo de Plata en Noche de Luna Llena.

Acudimos al valor didáctico del párrafo como parte de la cultura de la región del Chicamocha Medio, en las estribaciones de Boyacá y Santander; donde uno de los arraigos sociales puros lo constituye el consumo de Atta laevigata, un himenóptero de la familia de los formícidos, más conocida como Hormiga Culona. 

Hormiga Culona, (Atta laevigata).

El consumo de hormiga culona en Santander es una tradición gastronómica que se remonta a la época precolombina, cuando los indígenas las apreciaban por su valor nutritivo y simbólico. Las Hormigas Culonas son las reinas de la especie Atta laevigata, que tienen un abdomen grande y lleno de huevos. Se recolectan una vez al año, después de las primeras lluvias, cuando salen de sus nidos para buscar un lugar donde fundar una nueva colonia. Se les quitan las alas, la cabeza y las patas; se fríen en aceite hasta que quedan crujientes y doradas. Se consumen como un aperitivo o como un ingrediente para preparar otros platos típicos de la región.

El consumo de Hormiga Culona en nuestra región, independientemente de ser una fuente de proteína, grasa, calcio, fósforo, hierro y zinc; se le atribuyen propiedades afrodisíacas, analgésicas y antiinflamatorias; forman parte del patrimonio cultural y etnográfico; adicionalmente, como consecuencia, también generan ingresos y oportunidades para los recolectores y comerciantes. En alguna conversación más trivial, alguien expuso: “las mejores son… las de cementerio”.

Como es evidente, hay que enlazar la discusión a términos más electorales, en poco menos de un mes, al igual que la trágica disposición final de las Hormigas Culonas, algo así como 110.000 candidatos a las diferentes corporaciones y puestos públicos de elección popular regional, afrontarán tal fin, estarán leve o totalmente en brasas.

Serán víctimas de lo mismo que codician, el voto popular, ese mecanismo que los ciudadanos tienen para elegir el destino político de la sociedad; ese mismo del que poco conocemos, ese en el que los jóvenes piensan con tanta banalidad y están convencidos que tiene el mismo valor de un like en una red social.

La historia del voto en Colombia se remonta a más de dos siglos, con una evolución de cuatro etapas;

El voto colonial: se refiere al período que va desde la conquista española hasta la independencia de Colombia, en 1819, cuando el voto era un privilegio reservado para los hombres blancos, criollos o peninsulares, que pertenecían a la elite económica y social.  El voto era público y se realizaba mediante el sistema de cabildos abiertos, donde los vecinos se reunían para elegir a sus representantes locales o para expresar su opinión sobre asuntos de interés común. Se puede decir que, si bien pocos podían votar, lo hacían de frente.

El voto republicano: desde la independencia hasta la constitución de 1886, el voto se amplió a algunos sectores de la población que antes estaban excluidos, como los mestizos, los indígenas, los libertos y los analfabetos; sin embargo, el voto seguía siendo restringido por condiciones como la edad, el estado civil, la propiedad o el ingreso. El voto era indirecto y se realizaba mediante el sistema de colegios o asambleas electorales, donde los ciudadanos elegían a unos electores que a su vez elegían a los altos funcionarios del Estado y las corporaciones públicas. En algo se parece al voto actual, donde algunos gamonales se creen los dueños y disponen de los votos de los ciudadanos en cada municipio.

El voto universal: desde la constitución de 1886 hasta la constitución de 1991, permitía el voto a todos los ciudadanos sin distinción de sexo, raza, religión o condición social. El voto fue directo y secreto para todos los cargos públicos; en esta época el voto también fue objeto de manipulación, fraude, violencia y coacción por parte de los partidos políticos tradicionales y de los grupos armados ilegales. El voto fue afectado por fenómenos como el bipartidismo, el Frente Nacional, el Movimiento 19 de abril (M-19), la Constituyente de 1991 y el conflicto armado interno. El carácter de voto secreto influenció significativamente en la compra y venta de votos, es decir, el mercado electoral.

El voto moderno que conocemos desde la constitución de 1991 hasta la actualidad, ha incorporado elementos de innovación tecnológica, participación ciudadana y control electoral; mecanismos como el tarjetón único, el censo electoral biométrico, el preconteo electrónico, el escrutinio automatizado y la transmisión digital de resultados; también mecanismos de participación como el referendo, la consulta popular, el plebiscito, la revocatoria del mandato y la iniciativa legislativa; herramientas de control como la Registraduría Nacional del Estado Civil, el Consejo Nacional Electoral, las misiones de observación nacional e internacional y las veedurías ciudadanas. Pareciera ser perfecto.

Y aquí volvemos al arraigo cultural, y con mucho respeto modificamos un poco el párrafo inicial:

"¿A cómo me deja esos bichos, quitándoles la cabeza?;

perdóneme que se lo diga con tanta franqueza,

pero en mi región la hormiga,

al igual que los votantes,

se cotiza por lo demás y no por la cabeza”

Los votantes han perdido el valor político y el significado del voto; lo convirtieron en un mecanismo de beneficio individual, así sea transitorio, reduciéndolo a precio de tamal, alpargate, tinto, o al tan codiciado billete de 50.000 o 100.000 pesos… Viendo las ventanas de muchos de los hogares de la región, se explica por qué tanto candidato a los concejos municipales, en el último mes de la contienda electoral regional, empiezan a aparecer publicidades de candidatos a diputado acompañando dichos concejales; pareciera interpretar que en los meses anteriores se ha trabajado en la consecución de un capital electoral significativo, para ofertarlo al mejor postor.

A través de tantas campañas, sobre todo en estos últimos 35 años, resulta indignante recordar una conversación de aeropuerto, donde abiertamente uno de los interlocutores, con voz fuerte, se refiere a la región de la siguiente manera…

-       “fulanita, ya fue a hacer campaña a la región”

Ella contesta,

-       “no fulanito, allá no hay votos… solo mendigos”

Estas dos personas de quienes me reservo los nombres, pero no la indignación, siguen manipulando la región… resulta triste pero real.

Qué iba a pensar la hormiga, que por huirle a las lluvias perdería más que la cabeza…

Mucho he repetido, hay que cambiar, “el hacer por hacer, por el saber hacer”.

Por Germán Alfonso Garcés Mariño
Chicamocha News, 30 de septiembre de 2023

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