“Gran Paz”
Querido/a amigo/a de “La Promesa Diaria”, hoy quiero hablarte de un regalo que Dios ha reservado especialmente para quienes deciden caminar cerca de Él: Una gran paz. No solo paz… gran paz. Esa que el mundo no entiende, que no se consigue con dinero, que no depende de que todo esté perfecto. Esa paz que viene del interior, donde habita la presencia del Señor.
La Palabra dice en Salmo 119:165:
“Los que aman tus enseñanzas tienen mucha paz y no tropiezan.”
Aquí encontramos algo profundo: la paz no es un accidente, es una consecuencia. Es el fruto de amar la Palabra, meditar en ella y hacerla parte viva de nuestra vida diaria. Cuando la Palabra de Dios se convierte en tu brújula, tu guía y tu alimento, algo se transforma dentro de ti.
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Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.” (Juan 14:27)
La paz del mundo depende de las circunstancias; la paz de Dios nace de su presencia. -
Isaías 26:3 declara:
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera.”
La paz se sostiene en donde ponemos nuestra mente. Si la mente corre tras el miedo, habrá ansiedad. Si la mente descansa en Dios, habrá paz. -
Filipenses 4:7 nos recuerda:
“Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
La paz de Dios es como una muralla espiritual que protege nuestros pensamientos y emociones.
Reflexión para tu vida
Tal vez estás rodeado de problemas que parecen no resolverse.
Tal vez estás enfrentando incertidumbre en el trabajo, tensiones en el hogar, o preocupaciones emocionales.
Pero escucha esto:
La paz de Dios no te evita la tormenta, pero te evita ser destruido por ella.
No se trata de que no sientas, sino de que no te derrumbes.
No se trata de que todo esté claro, sino de confiar en quien sí lo ve todo.
Ejemplos aplicables para la vida diaria
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En tu hogar:
En lugar de reaccionar impulsivamente ante un conflicto, toma 30 segundos para respirar y recordar una promesa de Dios. Permite que Su Palabra calme tu corazón antes de hablar. -
En tu trabajo:
Cuando sientas presión, ora en silencio: “Señor, tú eres mi paz, dame sabiduría.” No necesitas cerrar los ojos ni hablar en voz alta; Dios escucha el susurro del corazón. -
Con tus amistades:
Cuando alguien esté atravesando un momento difícil, no solo le des consejos, comparte una palabra que ha fortalecido tu vida. La paz se contagia.
Conclusión
La paz no se encuentra corriendo detrás de las soluciones.
La paz se encuentra viniendo a la presencia del Señor.
Cuanto más ames Su Palabra, más firme caminarás.
Cuanto más medites en Sus promesas, más estable estará tu corazón.
Cuanto más cerca estés de Dios, más lejos estará la ansiedad.
Nuestro propósito de Vida es: "Vivir la Palabra con V de Victoria".
Por: William de Jesús Vélez Ruíz [WilliVeR]
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