Palabras: Agradables o Venenosas

“Las palabras amables son como la miel: dulces para el alma y sanas para el cuerpo.” (Proverbios 16:24)

Querido amigo de La Promesa Diaria,
Hoy quiero hablarte de algo que todos tenemos en las manos —o más bien, en la boca— y que puede ser un arma o un bálsamo: nuestras palabras.

1. La Biblia y el poder mortal o sanador de la lengua

Cuando Proverbios compara las palabras amables con la miel, no está siendo poético; está siendo práctico. La miel sana heridas, restaura fuerzas, nutre y endulza. Así mismo, una palabra amable tiene el poder de levantar un corazón cansado, restaurar la esperanza y sanar relaciones heridas.

Pero la Palabra también nos advierte que la lengua puede convertirse en veneno mortal:

“La lengua… es un mal indetenible, llena de veneno mortal.” (Santiago 3:8)
“La muerte y la vida están en poder de la lengua.” (Proverbios 18:21)
“El hombre perverso levanta contiendas, y el chismoso separa a los mejores amigos.” (Proverbios 16:28)

El chisme, la crítica, los comentarios “inocentes”, lo que compartimos “solo para que ores”, pueden transformarse en flechas que hieren más hondo que un cuchillo.

La Biblia no exagera: una palabra descuidada puede destruir una casa; una palabra sabia puede construir una vida.

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2. Tres escenarios reales donde se ve el impacto de nuestras palabras

En el hogar

Un comentario impulsivo como: “Siempre haces lo mismo”, “Nunca cambias”, “Eres igual a tu papá/mamá” puede marcar a tu esposo(a) o a tus hijos con inseguridad y carga emocional.
Pero una palabra de afirmación como:
“Te admiro”, “Gracias por tu esfuerzo”, “Creo en ti”
puede transformar el ambiente de tu hogar en un refugio de paz y fortaleza.

En el trabajo

Un rumor, una crítica o un comentario sarcástico puede dividir un equipo o arruinar la reputación de un compañero.
En cambio, una palabra como:
“Buen trabajo”, “Sé que puedes manejar esto”, “¿En qué te apoyo?”,
puede levantar la moral, construir confianza y abrir puertas inesperadas.

En las amistades

Compartir “lo último que se sabe sobre alguien” puede destruir amistades de años.
Pero frases como:
“Tenemos que orar por ella”, “Sé que está luchando, tengamos paciencia”, “Dejemos de hablar de eso, cuidemos su integridad”,
son puentes que fortalecen vínculos y honran a Dios.

3. Reflexión personal para ti

Quizás has sido herido por palabras venenosas… o quizás sin darte cuenta has herido a alguien.
Hoy Dios te recuerda: tú decides qué tipo de persona ser —un transmisor de veneno o un portador de miel.

Cada mañana puedes elegir si tus palabras:

hienden o sanan,
derriban o levantan,
exponen o cubren con misericordia,
hunden o impulsan.

Y aquí está la promesa hermosa:
Si siembras palabras de vida, Dios hará que coseches vida.
Si siembras esperanza, Dios llenará tu corazón de esperanza.
Si siembras misericordia, Dios será misericordioso contigo.

4. Aplicación práctica para tu día

Antes de hablar, pregúntate: “¿Esto le dará vida a alguien?”
Si escuchas un chisme, responde: “Mejor oremos por esa persona.”
Si sabes algo negativo de alguien, guárdalo y cúbrelo con gracia.
Dedícate a decir intencionalmente tres palabras de afirmación cada día.
Recuerda: el silencio también puede ser una siembra de paz.

Mensaje final para el corazón

Cuando hablas palabras de vida, Dios derrama vida sobre ti.
Cuando das esperanza, Dios te llena de esperanza.
Cuando siembras misericordia, Dios rodea tu camino con Su misericordia.

Y nunca olvides:
Nuestro propósito de vida es: “Vivir la Palabra con V de Victoria”.