Opinión: “Salud Mental en nuestra región”

La Salud Mental de la población debe ser una de las prioridades de los gobiernos locales, ya que tiene un fuerte impacto en la calidad de vida de las personas

Por Miguel Ángel Blanco Alvarado miguelblanco990@gmail.com

Chicamocha News

En estos días se ha oído hablar mucho sobre el COVID-19, de sus efectos en el cuerpo y de lo desastroso que ha sido para la economía. Incluso, las Naciones Unidas (ONU) estiman que puede convertirse fácilmente en la peor depresión económica en el último siglo, superando la Gran Depresión o crisis del 29, ocurrida en la década de 1930. A pesar de la importancia de los temas mencionados, en esta oportunidad quiero hablar de algo que se está pasando por alto desde hace mucho tiempo, y que lastimosamente brilla por su ausencia, en una situación tan caótica como la actual: la salud mental, especialmente en García Rovira.

Para comenzar, hay que definir que es salud mental. A pesar de ser un término que ha cobrado fuerza en el uso cotidiano, no hay claridad al emplearlo. La buena salud mental hace referencia a un estado de bienestar mental que permite el desarrollo normal de las actividades diarias de una persona, en su ámbito individual y colectivo. Pero, ¿qué puede afectar a la salud mental? Para no entrar en tecnicismos podemos dar varios ejemplos: depresión y ansiedad, que son enfermedades con un componente biológico; el consumo excesivo de alcohol y sustancias psicoactivas; la violencia intrafamiliar, y otras condiciones que disminuyen ese estado de bienestar individual o grupal mencionado al comienzo.

Así mismo, también hay ciertas consecuencias relacionadas con el mal estado de la salud mental. Efectos como el insomnio (no poder dormir bien), disminución de capacidades para aprender y desconcentración, suelen ser el resultado de afectaciones a la salud mental. También existen desenlaces fatales y tristes como prácticas autolesivas e incluso el suicidio. A pesar de que lo parezca, lo que estoy mencionando no es del otro mundo y pasa con mucha frecuencia en nuestra región. Pero la no visibilización de estos problemas por entidades gubernamentales o la deficiencia en la implementación de políticas de salud pública aumentan una brecha en la atención primaria de salud mental en nuestra población.

Al tener una idea de lo que abarca la salud mental, quiero esbozar la situación que se presenta en nuestra región. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), para el año 2020, la provincia de García Rovira registra una población de 77,052 personas de todas las edades, que están repartidas en 13 municipios. A pesar de ser una población considerable en tamaño, el personal para la atención en salud mental es deficiente. Esto se debe a que no se cubre la demanda poblacional de atención en salud mental o se carece de recursos necesarios para dar una adecuada atención. Por ejemplo: para la población de García Rovira no hay la asignación de un médico psiquiatra que atienda condiciones o problemas mentales en las que es indispensable ese tipo de servicios, por lo que la remisión a Bucaramanga se torna en la única opción para poder ver a este especialista, entre otros.

Adicional a la deficiencia del personal de salud mental, se suma la desinformación acerca de patologías mentales por parte de la comunidad, lo que hace más difícil hacer un diagnóstico temprano e identificar los problemas de salud mental en individuos de la población. También se presentan casos en los cuales la desinformación hace que se dé un tratamiento no adecuado de la enfermedad mental. Este tratamiento generalmente es dado por personal no capacitado o con conocimientos insuficientes en salud mental, como chamanes, brujos o rezanderos, etc. Lamentablemente, en algunos casos este tipo de prácticas pueden llegar a comprometer la integridad física, emocional y mental de la persona afectada. Asimismo, se puede causar un impacto negativo en la familia y el círculo personal más cercano a la persona tratada.

No suficiente con lo anterior, la apatía política local, en conjunto con otros determinantes, generan barreras en la implementación de políticas de índole nacional, encaminadas a mejorar la salud mental de la población. Por lo tanto, es relevante que los tomadores de decisiones, como los alcaldes, sean conscientes de las deficiencias en la atención de salud mental dentro de sus municipios, y que busquen mecanismos para mejorar el bienestar de su población en ámbito de salud mental. También hay que resaltar el papel que juegan las instituciones públicas y privadas de la región, como colegios, el ICBF, institutos de educación especial, que son los actores claves en la visibilización de los posibles problemas de salud mental que se puedan presentar en la comunidad. Según lo anterior, se pueden encaminar proyectos que tengan como objetivo la detección temprana de problemas de salud mental.

En resumen, los 13 municipios de García Rovira tienen deficiencias en la atención y estado de la salud mental de su población. Esto es dado por factores sociales, culturales y políticos. Pero no todo está perdido, se pueden tomar medidas que refuercen la buena salud mental de la población con el fin de prevenir la enfermedad, y se pueden generar sistemas de detección temprana de enfermedad mental, lo que lleva un buen pronóstico en el tratamiento de esta.

Por último, le envío mi más sentido pésame a la familia del joven que se suicidó el pasado 13 de mayo en la vereda Montecillo del municipio de Capitanejo. También quiero pedirles perdón porque como sociedad les hemos fallado.

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