Pasar por ahí, bordeando la loma,
donde siempre se ve el “humero”
salir de las casas,
esas mismas donde el
“piquete” se sirve con
“guarapo, ají, y arepa
de maíz pelao”;
esta tierra donde todo
se arregla con un “Aguardiente”,
desde el matrimonio de
la hija, el compadrazgo,
comprar una orilla, una
buena o mala cosecha;
se fricciona el “buche”
del chino pa’ que no le duela;
esta misma tierra de
Yariguíes, Chitareros, Laches y Guanes,
de los que tal vez
aprendimos a hablar recio;
donde la “berraquera”
no nos permite tragar entero,
esta tierra suya y mía… ¡es Santander!...
En estos momentos en que la cotidianidad nos lleva a hablar en semanas, en umbral de cotización, unidad de valor básico, en diferentes regímenes de seguridad social que terminan simplemente por ser una figura más de reparto, división, discriminación y desigualdad; donde el país entero se llena de expertos en Derecho Laboral… vamos a hablar de “Aguardiente” …
Nosotros, o nuestros ancestros los chibchas, tenían un
territorio más extraño y extenso de lo que pensamos, su lingüística se extendía
en lo que hoy conocemos como Honduras, Nicaragua, Costa Rica, obviamente Panamá
y Colombia, hasta el Occidente de Venezuela; se reconocen sus habilidades en la
metalurgia, la capacidad para una organización comercial e industrial y su
estrecha relación con las habilidades militares, por llamarlas así, no se tiene
conocimiento del dominio del “Aguardiente” y la destilación directamente
por ellos, pero sí de haberla adquirido y vinculado a sus culturas
posteriormente al período colonial.
La destilación tiene una historia que se remonta miles de
años atrás, este proceso implica la vaporización y posterior condensación de
una materia sólida o líquida, separando los líquidos en diversas fracciones
según su punto de ebullición; diversos registros la asocian a Mesopotamia y el
antiguo Egipto, hace más de 5000 años; igualmente Grecia y Roma perfeccionaron la
técnica; adicionalmente China adaptó dicha tecnología y su principio sigue
intacto hasta nuestros días.
CN Ads | Universidad Online®️ | VICFLIX VIP®️ | |
La historia del “Aguardiente” en Colombia se
remonta a los primeros encuentros entre Cristóbal Colón y la caña de azúcar en
el continente americano, Colón trajo vástagos de caña de azúcar, no imaginaba
que este cultivo daría origen a una bebida emblemática y que se integrara a las
culturas mesoamericanas tan fácilmente. Tiempo después, los franceses llegaron
al territorio para trabajar en fábricas de perfumes, pero su negocio no
prosperó, sin embargo, se aliaron con el gobierno de turno en 1905 y así nació
lo que conocemos como Empresa de Licores de Cundinamarca, donde comenzaron a
destilar “Aguardiente”, ron y ginebra, el “Aguardiente” se
perfumó con anís estrellado.
Una de las anécdotas que nacen con la introducción del “Aguardiente”
a nuestra cultura narra como la expresión “tomar las onces” se relaciona con la
costumbre de los bogotanos de principios del siglo XX de reunirse a disfrutar
de esta bebida, supuestamente, la denominación se relaciona con las once letras
que componen la palabra “Aguardiente”.
Rápidamente, el “Aguardiente” desplaza a bebidas
como el guarapo, la chicha y el masato, entrando en una estrecha competencia
con lo que se denomina viche o chirrinche. En el espacio indígena religioso la
nueva bebida desplazó al “Ají”, infusión picante hecha a base de chiles y otros
ingredientes, no era consumida por todos, ya que se consideraba más un desafío,
los Chibchas atribuían al “Ají” propiedades afrodisíacas que otorgaba fuerzas y
valentía; lo servían en pequeñas tazas de cerámica y se bebía en sorbos lentos.
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, las
destilerías cubrían todo el territorio colombiano, prácticamente cada caserío
tenía una, inclusive las haciendas contaban con su propia marca, la iglesia
hizo lo propio, se dice que algunos frailes y sacerdotes amarraron el diezmo a
la fabricación y comercialización de la popular bebida.
Nuestro relato vincula el “Aguardiente” estrechamente con las márgenes del Chicamocha Medio y nos acerca a la razón que nos atañe… esta tierra donde todo se arregla con un “Aguardiente”, desde el matrimonio de la hija, el compadrazgo, comprar una orilla, una buena o mala cosecha; se fricciona el “buche” del chino pa’ que no le duela…
Para empezar, recordemos como a finales del siglo XVII,
el “Aguardiente” se popularizó cuando en 1784 se estableció la primera
fábrica en Villa de Leyva, iniciando así su producción a nivel industrial;
también la Real Fábrica de “Aguardiente del Socorro”, que se remonta al
siglo XVIII.
El General José Pacífico Solón Wilches Calderón imponía
cargas impositivas a la producción y comercialización, al mismo tiempo que se
convertía en uno de los promotores de la destilería en el Gran Santander; el
General José Gregorio Rafael Reyes Prieto seguía sus pasos en la producción y
comercialización; igualmente como presidente de Colombia fomentó una política
de monopolios fiscales de licores, tabaco y degüello.
Las pugnas políticas también pusieron de su parte, la
Guerra de los Mil Días fue un conflicto civil de Colombia disputado entre el 17
de octubre de 1899 y el 21 de noviembre de 1902, entre sus muchas causas
involucraba los monopolios del “Aguardiente”.
Prontamente el “Aguardiente” se mueve entre
monopolios y tasas impositivas, como ahora, obligaciones tributarias para
garantizar el correcto funcionamiento del sector y la protección de la salud
pública… se podría decir que los habituales consumidores de “Aguardiente”
pueden tener el calificativo de buenos ciudadanos, toda vez que contribuyen con
el sector salud.
A principios del siglo XX, a lado y lado del Chicamocha
Medio nacen las Licoreras de Boyacá y Santander; en 1910, cuando la Empresa
Licorera de Santander inicia su vida con la adquisición del Edificio del Saque
en Floridablanca, edificio que se convirtió en el epicentro de la producción de
“Aguardiente” y otras bebidas como el ron Búcaro, el vodka Sandorf, la
ginebra Sander, el Pichón Anisado (dulce y seco) y una bebida para los más
valientes, denominada en su momento “Aguardiente Común o Comunero”.
En 1924 se fundó la Fábrica de Licores de Boyacá como una
dependencia de la Secretaría de Hacienda, inicialmente operó en instalaciones
propias en Tunja, en un lugar conocido como El Sacatín; hacia 1953, el gobierno
departamental adquirió los terrenos de la Hacienda El Jordán, propiedad de la
Curia Diocesana y a partir de 1968, se montó la Ronería de Frutenza en
Sutatenza, ya en 1970, se estableció el Complejo Agroindustrial de Ricaurte en
Moniquirá, con la instalación de una destilería de alcohol para la preparación
de diversos licores.
Estas empresas no escaparon a las diversas crisis, su
valor es evidente, la producción de licores no solo representa un impacto
económico significativo para las regiones, también la generación de gravámenes importantes
para los erarios; igualmente, las garras de la politiquería hicieron lo propio,
el deterioro de las empresas fue evidente, llevándolas a niveles insostenibles.
Para Boyacá, en 2003 nació una nueva empresa llamada la Industria
de Licores de Boyacá S.A. – C.I. mediante concesión, esta empresa continuó
produciendo los productos tradicionales de la región y buscó desarrollar nuevas
opciones para satisfacer las expectativas cambiantes de los consumidores y
contribuir al bienestar y desarrollo social del departamento; pero fue
realmente el 30 de octubre de 2019 cuando el gobernador Carlos Andrés Amaya
Rodríguez, firmó el decreto de creación de la Nueva Licorera de Boyacá, que se
encargaría de manejar el monopolio de licores del departamento; así, la Nueva
Licorera de Boyacá pasó a ser de todos los boyacenses y se convierte en emblema
regional.
Otro rumbo tuvo la Empresa Licorera de Santander, una vez
emblema de la región, cerró sus puertas en el año 2000 debido a una crisis
financiera de la que no pudo recuperarse, a cuestionados manejos se le sumó la
influencia del sindicalismo, quienes, a cambio de defender la institucionalidad
de la empresa, terminaron conformándose como carga parasitaria de la misma.
En 2005 se producía el “Aguardiente Superior” por la
Empresa de Licores de Cundinamarca, en un muy controvertido convenio… tan
controvertido como lo que fue la aparente desaparición de la marca, patrimonio
santandereano… hoy el actual gobernador de Santander, General en retiro Juvenal Díaz Mateus, propone dentro de su plan de
gobierno la recuperación de la fabricación de “Aguardiente Superior” en
manos del departamento, encontrando un verdadero galimatías en la propiedad de
los derechos; ahora este emblema de Santander sigue los pasos de la Electrificadora
de Santander y tal vez en las mismas manos… un verdadero trago amargo…
Mucho
he repetido, hay que cambiar, “el hacer por hacer, por el saber hacer”.
CN Ads | Universidad Online®️ | VICFLIX VIP®️ | |