Un “Aguardiente”, a lado y lado del rio…

Pasar por ahí, bordeando la loma,

donde siempre se ve el “humero” salir de las casas,

esas mismas donde el “piquete” se sirve con

“guarapo, ají, y arepa de maíz pelao”;

esta tierra donde todo se arregla con un “Aguardiente”,

desde el matrimonio de la hija, el compadrazgo,

comprar una orilla, una buena o mala cosecha;

se fricciona el “buche” del chino pa’ que no le duela;

esta misma tierra de Yariguíes, Chitareros, Laches y Guanes,

de los que tal vez aprendimos a hablar recio;

donde la “berraquera” no nos permite tragar entero,

esta tierra suya y mía… ¡es Santander!...   

Por Germán Alfonso Garcés Mariño
Chicamocha News – 29 de abril de 2024

En estos momentos en que la cotidianidad nos lleva a hablar en semanas, en umbral de cotización, unidad de valor básico, en diferentes regímenes de seguridad social que terminan simplemente por ser una figura más de reparto, división, discriminación y desigualdad; donde el país entero se llena de expertos en Derecho Laboral… vamos a hablar de “Aguardiente” …

Nosotros, o nuestros ancestros los chibchas, tenían un territorio más extraño y extenso de lo que pensamos, su lingüística se extendía en lo que hoy conocemos como Honduras, Nicaragua, Costa Rica, obviamente Panamá y Colombia, hasta el Occidente de Venezuela; se reconocen sus habilidades en la metalurgia, la capacidad para una organización comercial e industrial y su estrecha relación con las habilidades militares, por llamarlas así, no se tiene conocimiento del dominio del “Aguardiente” y la destilación directamente por ellos, pero sí de haberla adquirido y vinculado a sus culturas posteriormente al período colonial.

La destilación tiene una historia que se remonta miles de años atrás, este proceso implica la vaporización y posterior condensación de una materia sólida o líquida, separando los líquidos en diversas fracciones según su punto de ebullición; diversos registros la asocian a Mesopotamia y el antiguo Egipto, hace más de 5000 años; igualmente Grecia y Roma perfeccionaron la técnica; adicionalmente China adaptó dicha tecnología y su principio sigue intacto hasta nuestros días.

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La historia del “Aguardiente” en Colombia se remonta a los primeros encuentros entre Cristóbal Colón y la caña de azúcar en el continente americano, Colón trajo vástagos de caña de azúcar, no imaginaba que este cultivo daría origen a una bebida emblemática y que se integrara a las culturas mesoamericanas tan fácilmente. Tiempo después, los franceses llegaron al territorio para trabajar en fábricas de perfumes, pero su negocio no prosperó, sin embargo, se aliaron con el gobierno de turno en 1905 y así nació lo que conocemos como Empresa de Licores de Cundinamarca, donde comenzaron a destilar “Aguardiente”, ron y ginebra, el “Aguardiente” se perfumó con anís estrellado.

Una de las anécdotas que nacen con la introducción del “Aguardiente” a nuestra cultura narra como la expresión “tomar las onces” se relaciona con la costumbre de los bogotanos de principios del siglo XX de reunirse a disfrutar de esta bebida, supuestamente, la denominación se relaciona con las once letras que componen la palabra “Aguardiente”.

Rápidamente, el “Aguardiente” desplaza a bebidas como el guarapo, la chicha y el masato, entrando en una estrecha competencia con lo que se denomina viche o chirrinche. En el espacio indígena religioso la nueva bebida desplazó al “Ají”, infusión picante hecha a base de chiles y otros ingredientes, no era consumida por todos, ya que se consideraba más un desafío, los Chibchas atribuían al “Ají” propiedades afrodisíacas que otorgaba fuerzas y valentía; lo servían en pequeñas tazas de cerámica y se bebía en sorbos lentos.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, las destilerías cubrían todo el territorio colombiano, prácticamente cada caserío tenía una, inclusive las haciendas contaban con su propia marca, la iglesia hizo lo propio, se dice que algunos frailes y sacerdotes amarraron el diezmo a la fabricación y comercialización de la popular bebida.

Nuestro relato vincula el “Aguardiente” estrechamente con las márgenes del Chicamocha Medio y nos acerca a la razón que nos atañe… esta tierra donde todo se arregla con un “Aguardiente”, desde el matrimonio de la hija, el compadrazgo, comprar una orilla, una buena o mala cosecha; se fricciona el “buche” del chino pa’ que no le duela…

El Chicamocha Medio, Boyacá - Santander

Para empezar, recordemos como a finales del siglo XVII, el “Aguardiente” se popularizó cuando en 1784 se estableció la primera fábrica en Villa de Leyva, iniciando así su producción a nivel industrial; también la Real Fábrica de “Aguardiente del Socorro”, que se remonta al siglo XVIII.

El General José Pacífico Solón Wilches Calderón imponía cargas impositivas a la producción y comercialización, al mismo tiempo que se convertía en uno de los promotores de la destilería en el Gran Santander; el General José Gregorio Rafael Reyes Prieto seguía sus pasos en la producción y comercialización; igualmente como presidente de Colombia fomentó una política de monopolios fiscales de licores, tabaco y degüello.

Las pugnas políticas también pusieron de su parte, la Guerra de los Mil Días fue un conflicto civil de Colombia disputado entre el 17 de octubre de 1899 y el 21 de noviembre de 1902, entre sus muchas causas involucraba los monopolios del “Aguardiente”.

Prontamente el “Aguardiente” se mueve entre monopolios y tasas impositivas, como ahora, obligaciones tributarias para garantizar el correcto funcionamiento del sector y la protección de la salud pública… se podría decir que los habituales consumidores de “Aguardiente” pueden tener el calificativo de buenos ciudadanos, toda vez que contribuyen con el sector salud.

A principios del siglo XX, a lado y lado del Chicamocha Medio nacen las Licoreras de Boyacá y Santander; en 1910, cuando la Empresa Licorera de Santander inicia su vida con la adquisición del Edificio del Saque en Floridablanca, edificio que se convirtió en el epicentro de la producción de “Aguardiente” y otras bebidas como el ron Búcaro, el vodka Sandorf, la ginebra Sander, el Pichón Anisado (dulce y seco) y una bebida para los más valientes, denominada en su momento “Aguardiente Común o Comunero”.

En 1924 se fundó la Fábrica de Licores de Boyacá como una dependencia de la Secretaría de Hacienda, inicialmente operó en instalaciones propias en Tunja, en un lugar conocido como El Sacatín; hacia 1953, el gobierno departamental adquirió los terrenos de la Hacienda El Jordán, propiedad de la Curia Diocesana y a partir de 1968, se montó la Ronería de Frutenza en Sutatenza, ya en 1970, se estableció el Complejo Agroindustrial de Ricaurte en Moniquirá, con la instalación de una destilería de alcohol para la preparación de diversos licores.

Estas empresas no escaparon a las diversas crisis, su valor es evidente, la producción de licores no solo representa un impacto económico significativo para las regiones, también la generación de gravámenes importantes para los erarios; igualmente, las garras de la politiquería hicieron lo propio, el deterioro de las empresas fue evidente, llevándolas a niveles insostenibles.

Para Boyacá, en 2003 nació una nueva empresa llamada la Industria de Licores de Boyacá S.A. – C.I. mediante concesión, esta empresa continuó produciendo los productos tradicionales de la región y buscó desarrollar nuevas opciones para satisfacer las expectativas cambiantes de los consumidores y contribuir al bienestar y desarrollo social del departamento; pero fue realmente el 30 de octubre de 2019 cuando el gobernador Carlos Andrés Amaya Rodríguez, firmó el decreto de creación de la Nueva Licorera de Boyacá, que se encargaría de manejar el monopolio de licores del departamento; así, la Nueva Licorera de Boyacá pasó a ser de todos los boyacenses y se convierte en emblema regional.

Otro rumbo tuvo la Empresa Licorera de Santander, una vez emblema de la región, cerró sus puertas en el año 2000 debido a una crisis financiera de la que no pudo recuperarse, a cuestionados manejos se le sumó la influencia del sindicalismo, quienes, a cambio de defender la institucionalidad de la empresa, terminaron conformándose como carga parasitaria de la misma.

En 2005 se producía el “Aguardiente Superior” por la Empresa de Licores de Cundinamarca, en un muy controvertido convenio… tan controvertido como lo que fue la aparente desaparición de la marca, patrimonio santandereano… hoy el actual gobernador de Santander, General en retiro Juvenal Díaz Mateus, propone dentro de su plan de gobierno la recuperación de la fabricación de “Aguardiente Superior” en manos del departamento, encontrando un verdadero galimatías en la propiedad de los derechos; ahora este emblema de Santander sigue los pasos de la Electrificadora de Santander y tal vez en las mismas manos… un verdadero trago amargo…

Mucho he repetido, hay que cambiar, “el hacer por hacer, por el saber hacer”.

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