Bolívar: ¿Libertador o Vendedor? La Historia Oculta de la Deuda con Inglaterra

1. El Héroe Incuestionable

La figura de Simón Bolívar es omnipresente. Su rostro está en billetes, su nombre en las plazas principales y sus estatuas ecuestres dominan el paisaje urbano de un continente entero. Se nos enseña a verlo como el titán que rompió las cadenas de un imperio y nos entregó la libertad. Es el mito fundacional de media América, un pilar incuestionable de nuestra identidad.

Pero, ¿qué pasaría si esa narrativa heroica, repetida por dos siglos, no contara toda la historia? ¿Y si los documentos históricos, incluyendo las propias palabras del Libertador, revelaran un relato mucho más complejo y oscuro? Este artículo se adentra en esa posibilidad incómoda: que el proceso de independencia no fue una liberación total, sino una calculada transición de la dependencia política española a una profunda subordinación económica británica.

A través de cinco hechos contundentes, extraídos directamente de archivos y correspondencia de la época, exploraremos cómo el proyecto bolivariano, lejos de asegurar nuestra soberanía, sentó las bases para vender nuestros recursos, fragmentar nuestra unidad y entregar nuestro futuro económico al naciente imperio británico.

2. Los 5 Hechos que Desafían el Mito de Bolívar

2.1. Takeaway 1: Bolívar vendió los activos estratégicos de las nuevas naciones a acreedores británicos.

La historia de nuestra subordinación comienza con una deuda masiva. Entre 1822 y 1825, las nuevas repúblicas hispanoamericanas recibieron préstamos de banqueros británicos por la astronómica cifra de 24.4 millones de libras esterlinas. Como documentó el historiador Matthew Brown, esta deuda fue tan fundacional que la república de Bolívar existió "primero como sujeto de crédito británico, después como entidad política". Esta presión económica es la causa directa de la política de liquidación que Bolívar impulsó. Lejos de ser un guardián de la soberanía, actuó como el agente liquidador del patrimonio continental para pagar a Londres.

Desde Potosí, en 1825, su plan era explícito: vender las minas, las tierras públicas y las propiedades del Estado a Inglaterra. En una carta a Francisco de Paula Santander, recogida en el Documento 972 del Archivo del Libertador, el propio Bolívar lo confiesa sin rodeos:

"Yo he vendido aquí las minas por dos millones y medio de pesos, y aun creo sacar mucho más de otros arbitrios, y he indicado al gobierno del Perú que venda en Inglaterra todas sus minas, todas sus tierras y propiedades y todos los demás arbitrios del gobierno, por su deuda nacional".

Esta no fue una acción aislada. Era un modelo continental. En Chile, el agente británico John Miers Lambert aseguraba derechos para exportar plata en bruto y comprar propiedades monásticas, demostrando que la venta de activos era una estrategia sistemática. Esta declaración y sus acciones paralelas son devastadoras: revelan que el "Libertador" actuaba como el principal promotor de la venta de los activos más valiosos del continente.

2.2. Takeaway 2: La independencia política fue diseñada para asegurar la dependencia económica de Inglaterra.

La libertad política de Hispanoamérica no fue un obstáculo para los planes imperiales británicos; fue, de hecho, un requisito. Gran Bretaña utilizó una estrategia simple pero demoledora: condicionó su reconocimiento diplomático como naciones soberanas a la firma de tratados comerciales desiguales. El Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado con Colombia en 1825 es el ejemplo paradigmático. Este acuerdo "abría los mercados colombianos a productos británicos sin protección para la industria local", como señala el historiador John Lynch, provocando que las manufacturas locales fueran "asediadas por la competencia británica".

La intención británica nunca fue un secreto. El propio Foreign Secretary, George Canning, lo resumió en 1825 con una claridad brutal:

"Spanish America is free, and if we do not mismanage our affairs she is English". (Hispanoamérica es libre, y si no gestionamos mal nuestros asuntos, es inglesa).

Esta frase revela la lógica del nuevo imperialismo: la independencia política era el vehículo perfecto para garantizar la subordinación económica. Una América fragmentada y "libre" era mucho más fácil de dominar comercialmente que un imperio unificado.

2.3. Takeaway 3: Bolívar no solo admiraba a Gran Bretaña, sino que la veía como la "salvadora de América".

La subordinación a Inglaterra no fue meramente una imposición externa aceptada a regañadientes. El propio Bolívar fue un agente voluntario, impulsado por una profunda adhesión ideológica al poder británico. El historiador Peter Morgan, de la Universidad de Oxford, llega a definirlo como un "pensador del imperio británico", alguien que veía en Inglaterra el modelo a seguir y la potencia hegemónica necesaria para sus planes.

Esta visión pro-británica queda patente en una comunicación que Bolívar envió en 1815 directamente al Secretario de Relaciones Exteriores británico, buscando su intervención y protección. En ella, suplicaba en términos que hoy resultarían inconcebibles para un ícono antiimperialista:

"...gran parte de la raza humana va a perecer... a menos que Gran Bretaña, el libertador de Europa, amigo de Asia y protector de África, consienta en ser el salvador de América".

Esta cita contradice frontalmente la imagen posterior de Bolívar. No habla un rebelde anti-colonial, sino un líder que busca activamente el tutelaje de una nueva potencia imperial, viéndola no como una amenaza, sino como la única salvación posible.

2.4. Takeaway 4: El proyecto bolivariano usó el terror para someter a quienes se resistían al nuevo orden.

Imponer un nuevo orden económico que despojaba a las comunidades de sus recursos requería una violencia ejemplar contra quienes se atrevieran a resistir. La masacre de Pasto, ocurrida entre el 24 y el 26 de diciembre de 1822, es el episodio más oscuro de esta violencia fundacional. Bajo órdenes directas de Bolívar, el general Antonio José de Sucre desató una matanza que dejó entre 400 y 1.000 civiles asesinados —casi una cuarta parte de la población de la ciudad—, en una orgía de saqueos, violaciones y profanaciones de templos.

¿Por qué resistían los pastusos? Su lealtad a la Corona española tenía "raíces materiales". Las instituciones coloniales, como los "resguardos indígenas y los fueros comunales", ofrecían una protección relativa a sus tierras frente a la "voracidad de las élites criollas". La independencia de Bolívar amenazaba con abolir esas protecciones para liberalizar la tierra. En el mismo Documento 972, Bolívar revela su intención genocida:

"Los pastusos deben ser aniquilados, y sus mujeres e hijos transportados a otra parte, dando aquel país a una colonia militar. De otro modo, Colombia se acordará de los pastusos cuando haya el menor alboroto o embarazo, aun cuando sea de aquí a cien años...".

Su crueldad no terminó ahí. En julio de 1823, celebraba el éxito de su política de terror: "Logramos, en fin, destruir a los pastusos... me parece que por ahora no levantarán más su cabeza los muertos". El terror no fue un exceso de la guerra, sino una herramienta política consciente para aplastar cualquier alternativa al proyecto económico que se estaba imponiendo.

2.5. Takeaway 5: La independencia fragmentó un continente unido para facilitar la dominación extranjera.

El resultado geopolítico de la independencia fue la destrucción de la unidad continental. Durante tres siglos, el imperio español construyó un espacio político, legal y económico unificado. La independencia hizo estallar esa unidad, creando decenas de repúblicas débiles, endeudadas y enfrentadas entre sí. Esta fragmentación no fue un accidente, sino la condición ideal para la penetración del "imperio informal" británico, como lo definieron los historiadores Gallagher y Robinson, quienes vieron a América Latina como el "ejemplo primario" de este modelo.

Este proceso fue facilitado por redes transnacionales que conectaban el capital británico con las élites criollas. Las logias masónicas, a las que pertenecían Bolívar y sus allegados, funcionaron no como una conspiración, sino como una "red material de confianza mercantil" que proporcionaba las garantías y contactos necesarios para que los negocios fluyeran en medio de la guerra. Las élites locales se convirtieron así en las garantes de los intereses comerciales británicos dentro de cada nueva frontera. Esta división es la raíz de la debilidad estructural que Hispanoamérica sigue padeciendo.

3. Conclusión: El Primer Paso Hacia una Independencia Real

La evidencia histórica, incluyendo las propias palabras de Bolívar, desmantela el mito oficial. Lejos de ser el campeón antiimperialista, Bolívar fue el arquitecto de la transición de Hispanoamérica hacia una nueva dependencia. El resultado fue la creación deliberada de repúblicas endeudadas, obligadas a vender su patrimonio y fragmentadas para asegurar su subordinación permanente al capital británico, un proceso impuesto con terror a quienes se resistieron.

Reconocer que Bolívar nos vendió es doloroso, pero necesario. Si nuestro mito fundacional es falso, ¿qué otros mitos debemos derribar para empezar a construir, dos siglos después, la verdadera independencia económica que nunca tuvimos?

Fuente: Cabildo Hispanoamericano

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