Carta al Niño Dios…

Con copia a: San Nicolás, Papá Noel, Santa Claus, El Viejo Pascuero, Los Santos Inocentes, Los Reyes Magos, y/o quien haga sus veces.

Por Germán Alfonso Garcés Mariño
Chicamocha News – 1 de diciembre de 2021

Como siempre existirán puntos de vista diferentes, sin embargo, en todo el mundo de una u otra manera, bajo una u otra creencia, o simplemente como un aspecto meramente social o comercial, en unas semanas es Navidad.

Al igual que muchas tradiciones de origen controvertido, nos arraigamos en este texto a la tradición de la Navidad Cristiana, dado el amplio significado que tiene para nuestro país y en especial para nuestra región.

Convertida en la fiesta más tradicional en el mundo, tal vez con origen en la unión y posterior sustitución, de las fiestas romanas al dios Saturno de la agricultura y las cosechas; con la conmemoración del Nacimiento de Jesucristo, solemnidad de la Navidad, fijada por el Papa Julio I, para el 25 de diciembre, hacia la transición del solsticio de invierno, ratificada por el Papa León Magno hacia el año 440.

Introducida en el continente americano por la conquista, se asume como propia y evoluciona en la medida que la sociedad transforma su propia cultura, Colombia y Ecuador resaltan por la tradición del pesebre y la novena de aguinaldos, México con las famosas posadas, y la noche de la Natividad difundida en todo el continente.

Con el tiempo ha recogido otros tintes, colores y personajes; así como una simbología quizás más comercial y, cómo lo hemos dicho, más social, con la introducción de personajes como San Nicolás, Papá Noel, el Viejo Pascuero, el Belén o Pesebre, el Árbol de Navidad, la Huida de Belén el día de los Santos Inocentes, hasta la llegada de los Reyes Magos.

La región del Chicamocha Medio se llena de Navidad, más allá de la tradición, el clima decembrino con sus noches frías y despejadas; hacia sus amaneceres luminosos, anuncian el inicio de la tradición, pero quizás el elemento más significativo es que el ser humano muestra eso que lo hace diferente de las demás especies, para estas fechas especiales pareciera que se activa en sus corazones la capacidad de ser más humanos.

El deseo de compartir, así sea simplemente un saludo, la ilusión de desear una feliz Navidad independientemente del sentir de cada una de las personas y del sentir propio; la ilusión de que todos merecemos un futuro mejor, hacen percibir el ambiente navideño.

Claro, igual sucede en el entorno gastronómico; tamales, mantecadas, masato o algo más fuertecito, pollos, gallinas, pavos, cabros, corderos… visitan eventualmente las mesas de los hogares de García Rovira en Santander, Norte y Gutiérrez en Boyacá.

Pero para no salirme del tema y entrar en modo navideño, quiero compartir con Ustedes mi Carta al Niño Dios…

Región del Chicamocha Medio, diciembre 1 de 2021

Querido Niño Dios:

Tratando de convencerme que me he portado bien y partiendo del conocimiento que tengo de sus múltiples ocupaciones, desde las estribaciones del cañón del río de los hilos de plata; donde siempre en todos los hogares hay una madre que eleva las oraciones por toda su familia y añora el bienestar de los suyos, y de los demás, conocidos o no.

Una región donde aún prevalece la familia y se lucha por la tradición, donde todavía somos capaces de sufrir en colectivo el dolor de los demás, donde si bien pedimos en singular, no dejamos de pensar en plural.

Desde esa tierra que cuando exige ser solidarios, pese a que nos ensañamos por demostrar lo contrario, somos capaces de romper los límites de la solidaridad y lograr lo imposible.

Querido Niño Dios, desde esta tierra, con una variedad de climas, recursos casi ilimitados y añoranza de futuro; donde siempre hemos recibido a los demás con los brazos abiertos… y como era de esperarse, quiero pedirle tres cosas…

Hemos pasado y aún estamos pasando por el desolador panorama de la pandemia COVID-19, ha tocado todos los hogares de la región y hemos despedido familiares, amigos, vecinos, conocidos y desconocidos con la mano en el alma, acudimos para que nos proporcione fortaleza para recordarlos con la grandeza que se merecen, nos conceda la fortaleza para seguir adelante y nos conceda la fuerza para construir una región sólida en los cimientos de sus recuerdos.

Te pido Niño Dios, nos ayudes a encontrar esa verraquera que ha quedado disimulada, escueta, quizás abandonada en lo más recóndito de nuestro ser y nos permitas recuperar su esencia, esa verraquera que tenían nuestros pobladores de hace más de 100 años, personas que fueron capaces de manera simultánea en Málaga y en Soatá de construir nuestras propias hidroeléctricas, partiendo desde diseños italianos, la construcción de las bocatomas y canales, la importación de los generadores desde Canadá, la fundición de los rodetes Pelton y el ensamble de las mismas plantas, para en escasos 12 meses, a lomo de mula y mano de hombre, generar los primeros kilovatios; debemos recuperar esa verraquera que nos permitió ser grandes y que, en alguna parte del camino, hemos dejado olvidada.

Danos, Niño Dios en esta Navidad, la inteligencia, para tener la capacidad de discernir, la capacidad de pensar y la capacidad de actuar como seres racionales, no permitas que carezcamos de inteligencia en el momento de decidir y volvamos a caer en las fauces de los politiqueros tradicionales, esos que se mezclan y acumulan elecciones tras elecciones por más de 40 o 50 años, bien sea a motu propio o como lo hemos dicho antes, por interpuesta persona; debemos tener la inteligencia suficiente para identificar que los procesos electorales no son una gallera, ni un partido de fútbol dónde nos inclinamos hacia el que va ganando… hacia el que más grita; debemos ser capaces de escudriñar la razón y el valor del voto, no venderlo a los proxenetas de la politiquería, que los hay en todos los pueblos y son los que terminan usufructuando la corrupción en torno al proceso democrático; es el momento de que por inteligencia, cambiemos la región, cambiemos el país.

Prometo seguir pensando en portarme bien.

Siempre,

Mucho he repetido, hay que cambiar, “el hacer por hacer, por el saber hacer”.

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