Tienes dos oídos y una boca por una razón: Descubre el poder del "Silencio de Oro"

Silencio y Adoración: Cuando Dios Habla y el Corazón Escucha

Al entrar en la casa de Dios, mantén los oídos abiertos y la boca cerrada. Es malo hacer ofrendas sin sentido a Dios
(Eclesiastés 5:1)

Querido amigo de La Promesa Diaria,

Vivimos en una época donde el ruido es constante: opiniones, notificaciones, exigencias, reclamos y palabras que se dicen sin pensar. En medio de tanto sonido, Salomón nos regala una verdad eterna y profundamente espiritual: para adorar bien, primero debemos aprender a callar.

El autor de Eclesiastés, un hombre lleno de sabiduría, poder y riquezas, comprendió algo que muchos descubren demasiado tarde: Dios no necesita ser informado, pero sí escuchado. Acercarnos a Él no es un escenario para discursos improvisados ni promesas emocionales sin fundamento. Es un espacio sagrado donde el corazón se aquieta y el alma aprende a escuchar.

Salomón no está desvalorizando la alabanza ni la oración hablada. La Escritura está llena de cantos, clamores y declaraciones de fe. Lo que sí advierte es el peligro de una espiritualidad apresurada, superficial y ruidosa, donde hablamos más de lo que escuchamos. No es casualidad que tengamos dos oídos y una sola boca: es una invitación divina a escuchar el doble de lo que hablamos.

El silencio como acto de adoración

En la Biblia, el silencio no es ausencia de fe; es evidencia de reverencia.

  • Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmos 46:10).

  • Jehová está en su santo templo; calle delante de Él toda la tierra” (Habacuc 2:20).

El silencio nos coloca en una posición correcta delante de Dios: humildes, atentos, disponibles. En ese espacio, Dios corrige, afirma, consuela y dirige. Salomón descubrió que, aun rodeado de oro, palacios y honores, el bien más preciado era el silencio, porque allí podía oír con claridad la voz de Dios.

Aplicaciones para la vida diaria

En el hogar:
Antes de reaccionar con palabras duras, guarda silencio y ora. Escuchar con atención a tu cónyuge o a tus hijos es una forma práctica de amor y adoración. Muchas discusiones se apagan cuando alguien decide callar y escuchar.

En el trabajo:
No toda opinión necesita ser expresada. El silencio oportuno te permite discernir, evitar conflictos innecesarios y tomar decisiones más sabias. Escuchar antes de hablar abre puertas que las palabras impulsivas cierran.

En las amistades:
Ser un buen amigo no siempre es dar consejos, sino ofrecer un oído atento. A veces, el mayor acto de amor es escuchar sin juzgar, sin interrumpir y sin apresurarse a responder.

En tu vida espiritual:
Haz del silencio una disciplina. Apaga el ruido exterior para escuchar la voz interior de Dios. No llenes la oración solo con palabras; deja espacios para que Él hable a tu corazón.

Reflexión final

La adoración genuina no comienza con lo que decimos, sino con la actitud con la que escuchamos. Cuando aprendemos a guardar silencio delante de Dios, nuestras palabras adquieren peso, nuestras promesas madurez y nuestra fe profundidad.

Hoy, Dios sigue hablando…
La pregunta es: ¿estamos dispuestos a callar para escuchar?

Por: William de Jesús Vélez Ruíz [WilliVeR]

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