Don Reynaldo Pérez Rueda, quien, en su momento, en Lebrija, su amada tierra, fuera cultivador de piña, papaya y avicultor, hoy en uso de buen retiro y en reposo, junto a su familia, ha querido de alguna manera retribuir o devolverle a la "Capital Piñera de Colombia", lo que le permitió realizar, es por eso que hoy titulamos “LA VISIÓN DE UN PATRIARCA”.
Educado en valores, principios, formación de
hogar, vocación de servicio, colaboración, ayuda mutua, solidaridad, pero eso
sí, a trabajar se dijo. Desde muy joven, como en su gran mayoría para la época,
se dedicó a sacar la familia adelante con el sudor de la frente, de manera
honrada, honesta, es decir, trabajando y trabajando, cultivando piña, papaya, y
a la avicultura, en su amado campo.
A don Reynaldo Pérez Rueda, le sobró visión y
proyección. Sencillo, cuando usted iba, don Reynaldo ya regresaba, condición de
haber estudiado en la mejor universidad, la universidad de la vida. Hoy ya
alejado de compromisos, corre corres, afanes, prisas, en reposo y trabajando
callada y silenciosamente en hacer realidad su sueño, eso sí, con la visión que
lamentablemente a muchos nos falta.
Se describe a don Reynaldo Pérez como un hombre sencillo,
humilde, con don de gentes, siempre pensando en los demás, de carácter y
temple, de esos que insisten, persisten, resisten y logran sus metas y sus
objetivos.
Hoy, en su “Chismosa”, queriendo conservar la
armonía con el medio ambiente, la naturaleza, preservar áreas, bosques, reserva
ambiental, cumpliendo las normas y la ley, como siempre ha sido, sueña con
mejorar la calidad de vida, una vivienda dentro del marco de la dignidad y el
respeto, como contribución a todo lo que en su momento su patria chica,
Lebrija, le ofreció.
Si nos detenemos unos minutos en esas 36 hectáreas
de “La Chismosa”, de las cuales 23 serán para espacio público, cargas
urbanísticas, infraestructura social, reservas, etc., es su deseo poder
desarrollar en esas 13 hectáreas un proyecto que perpetúe su nombre como
expresión de gratitud y amor sin límites por su tierrita, con muchos valores
agregados y eso sí, viviendo en paz con la naturaleza, generoso acto de
desprendimiento que difícilmente se encuentra en proyecto alguno, Dios guíe
cada paso de don Reynaldo, su familia, sus asesores, equipo de trabajo,
autoridades y futuros residentes, para hacer de este bello paraíso un remanso
de paz, armonía y tranquilidad, es decir, un vividero con el cual siempre soñó.
Buen viento y buena mar y que esa visión nos permita prontamente hacerla
realidad.
Gran legado de don Reynaldo Pérez Rueda y su
familia haciendo patria, nada fácil, menos en estos momentos de tantas
dificultades, pero de eso se trata don Reynaldo. Decía mi señor padre que los
buenos toreros se conocen cuando los toros son bravos, que hoy toca sacar la
casta para ganar la orilla, llegará oportunidad de trabajo para algunas
familias, se dinamiza la economía, progreso y desarrollo, lo que tanto
necesitamos. Un gran reto este proyecto de vivienda en Lebrija, hoy convertida
la capital piñera de Colombia en polo de desarrollo con un futuro inmenso y
proyección. Eso sí, requiere urgente visión de un patriarca.
Soplan buenos vientos de la mano de Dios, que es
el amigo que nunca falla, a pesar de los tropiezos que no han de faltar, ese
sueño de este patriarca se hará realidad, tendrá don Reynaldo en ese momento la
satisfacción del deber cumplido, no importa los sacrificios que se tengan que
hacer, como decíamos en mi época “de frente ar, carrera mar”.
Y es que la visión es el motor que nos permite, en
determinados momentos, iniciar el camino al logro de los objetivos, de manera
especial para nuestros jóvenes, futuras generaciones, nada más importante que
tener visión don Reynaldo Pérez Rueda, Dios le bendiga grande y abundantemente…
esa sí que es “la visión de un patriarca”, con amor sin límites por su tierrita
y sus gentes. Gratitud.
Que viva Lebrija y sus gentes buenas, honestas,
trabajadoras, emprendedoras, humildes, sencillas y visionarias.