La última palabra: vivir con sentido eterno
Eclesiastés 12:13
“Esa es toda la historia. Aquí está mi conclusión final: Teme a Dios y obedece estos mandamientos, porque este es el deber de todos”.
Después de explorar la vida desde todos los ángulos posibles —éxitos, placeres, trabajo, sabiduría y frustraciones— el rey Salomón llega a una conclusión contundente y sencilla: la vida solo cobra verdadero sentido cuando se vive en reverencia y obediencia a Dios. Esta no es una frase religiosa más; es la última palabra, el resumen de una vida examinada a la luz de la eternidad.
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¿Qué significa realmente “temer a Dios”?
En las Escrituras, temer a Dios no significa vivir paralizados por el miedo, sino vivir conscientes de Su grandeza, Su santidad y Su sabiduría.
Proverbios 9:10 nos recuerda: “El temor del Señor es el principio de la sabiduría”. Es decir, cuando reconocemos que Dios sabe mejor que nosotros cómo vivir, comenzamos a tomar decisiones más sabias.
Temer a Dios es:
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Reconocer que no somos el centro del universo.
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Vivir con la certeza de que Dios ve más allá del momento presente.
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Aceptar que Sus caminos, aunque a veces no los entendamos, siempre conducen a la vida (Deuteronomio 30:19).
Obedecer no es limitación, es libertad
Vivimos en una cultura que asocia la obediencia con pérdida de libertad. Sin embargo, la Biblia enseña lo contrario. Jesús dijo:
“Si permanecen en mi palabra… conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:31-32).
Los mandamientos de Dios:
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Nos protegen de decisiones que destruyen relaciones.
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Nos liberan de hábitos que esclavizan el alma.
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Nos guían hacia una vida plena y significativa.
La obediencia no es una carga; es una respuesta amorosa a un Dios que nos ama primero (1 Juan 5:3).
Jesús y el núcleo de una vida con propósito
Cuando Jesús resumió todos los mandamientos, no habló de rituales complejos, sino de relaciones transformadas:
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón… y ama a tu prójimo como a ti mismo”
(Marcos 12:29-31)
Aquí encontramos el equilibrio perfecto:
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Vertical: Amar a Dios con todo lo que somos.
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Horizontal: Amar a las personas con la misma gracia con la que queremos ser amados.
Este es el corazón de una vida significativa.
Ejemplos aplicables para la vida diaria
🏠 En el hogar
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Tememos a Dios cuando elegimos responder con paciencia en lugar de ira.
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Obedecemos a Dios cuando perdonamos, aunque tengamos la razón.
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Amamos a Dios cuando enseñamos con el ejemplo, no solo con palabras.
💼 En el trabajo
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Tememos a Dios cuando trabajamos con integridad, aun cuando nadie nos observa (Colosenses 3:23).
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Obedecemos a Dios cuando rechazamos atajos deshonestos.
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Amamos a Dios cuando tratamos a compañeros y clientes con respeto y justicia.
🤝 En nuestras amistades
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Tememos a Dios cuando elegimos no participar en conversaciones que dañan.
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Obedecemos a Dios cuando damos consejos con verdad y amor.
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Amamos a Dios cuando somos leales, aun en tiempos difíciles (Proverbios 17:17).
Reflexión final
La “última palabra” de Salomón no es pesimista, es liberadora. Nos recuerda que la vida no se trata de acumular cosas, sino de vivir con sentido eterno. Temer a Dios correctamente, obedecerle con gozo y amar profundamente resume nuestra verdadera misión en esta tierra.
Nuestro propósito de Vida es: Vivir la Palabra con V de Victoria.
Por: William de Jesús Vélez Ruíz [WilliVeR]
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