En nuestra serie de reportajes Saludos desde… destacamos los logros de
estudiantes de la cuenca del Chicamocha que nos ofrecen una visión nueva desde
más allá de las fronteras de nuestro país. Nuestro invitado en esta ocasión es
el ingeniero Pedro Pablo Pico Velandia, y esta es su historia:
Dos facetas han marcado mi vida, la de
aventurero y la de ingeniero. La primera se la debo al hecho de haber nacido y
crecido en una de las zonas más pintorescas de Colombia, soy Cocuyano, este es
el gentilicio para los nacidos en El Cocuy (Boyacá). La segunda está
estrechamente relacionada con la primera. Fue el amor por las montañas lo que
me llevó a cursar una Maestría en Geotecnia en la Universidad Industrial de
Santander. Previamente había realizado estudios de Ingeniería Civil, los
primeros semestres en la UIS sede Málaga, y la culminación en Bucaramanga.
Gracias a estas dos pasiones he tenido
oportunidad de recorrer los parques nevados más importantes de nuestro país y
de escalar el pico más alto de Ecuador, el volcán Chimborazo, con 6300 metros
sobre el nivel del mar (msnm), así como el Cotopaxi (5897 msnm), también en el
vecino país. Del Chimborazo se dice que, si la altura de las montañas se
midiera desde el centro de la Tierra, y no desde el nivel del mar como se hace,
el Chimborazo sería la montaña más alta del mundo.
Colateralmente tuve oportunidad de viajar
al sur y visitar Cusco, una ciudad llena de historia Inca y colonial, al igual
que otros sitios cercanos como el Valle Sagrado, Maras Moray y por supuesto,
Machu Picchu. En el sur hay otros nevados de gran belleza como el Humantay, el
Salkantay o el Ausangate.
Pero volviendo a la escalada, antes del
ascenso es, no sólo recomendable, sino obligatorio, realizar ejercicios de
aclimatación, pues el cuerpo puede presentar fallas debido a las bajas presiones
atmosféricas y las bajas temperaturas. Para esto, con el grupo de colombianos
montañistas que hacían parte de la expedición, realizamos visitas a la laguna
Parón, al Glaciar Pastoruri y a la laguna Churup.
La cima del Pisco nos tomó unas siete horas,
caminando sobre morrenas, algunas escaladas cortas, zonas expuestas a caídas de
bloques de hielo, pasos sobre hielo fracturado y algunas grietas. Salimos del
refugio base a las once de la noche, y llegamos a la cima justo a tiempo para
contemplar la salida del sol, ha sido el mejor amanecer que he visto en mi
vida. En el recorrido encontramos grupos de escaladores de todas partes del
mundo.
Alcanzar la cima del Huarapasca nos tomó
menos tiempo, unas cuatro horas, pero incluyó escalada técnica sobre paredes de
hielo y nieve densa que alcanza los 65⁰ de inclinación, lo cual demanda gran
concentración y coordinación, fue una experiencia agotadora, pero a la vez
emocionante.
Durante mi recorrido por el sur del país,
me impresionó mucho el trasfondo histórico y espiritual de los sitios que
visité, en todos ellos se siente una energía positiva, especialmente en las
ciudadelas. Pero, sobre todo, uno no puede más que maravillarse ante el gran
nivel ingenieril y arquitectónico de los Incas y las culturas que les precedieron.
Perú es un país sorprendente, y cuenta con
una muy buena organización turística. Hay muchas facilidades para conseguir
paquetes turísticos, pasadías o tours. En ese sentido, en Colombia estamos un
poco retrasados, aunque el potencial existe. Sin ir más lejos, lugares como el
Páramo del Almorzadero, Santurbán, Cañón del Chicamocha y el nevado de El Cocuy,
ofrecen múltiples opciones para un turismo sustentable bien manejado.
En cuanto a mis planes futuros, a corto
plazo espero realizar visitas a otros glaciares Andinos como el pico Illimani
en Bolivia y realizar estudios más profundos de geotecnia en el exterior. A
mediano plazo, realizar visitas a otras montañas como el Aconcagua en
Argentina. Este es el pico más alto del continente americano, y, de hecho, la
mayor altura fuera de Asia. También quisiera visitar el Kilimanjaro, la montaña
más alta de África. Además, entre mis aspiraciones figura compartir mis
experiencias en las montañas mediante un libro fotográfico.
El montañismo nos enseña muchas cosas, en
mi caso, he aprendido a ver la vida desde una perspectiva más libre. Creo que
el éxito en el vivir consiste en tomar la vida como una aventura y no está nada
mal mezclarle, de vez en cuando, un poco de locura.
La libertad no tiene precio, ningún bien
material puede compararse con ella, aunque al respecto, me permito resaltar una
frase del profesor Pacelli que aparece en su libro Recuentos desde la otra
orilla: “La libertad desligada de la responsabilidad sólo puede conducir a la
autodestrucción”. En el montañismo, como en la vida, es fácil dar un paso en
falso, y debemos siempre medir las consecuencias.
A manera de consejo para las nuevas
generaciones, les diría que hay que aprender a necesitar menos y a vivir con
más firmeza, conscientes de nuestras fortalezas, construyendo sobre lo que
somos. La vida, como el montañismo, nos presenta retos, pero también
satisfacciones inesperadas, hay que estar siempre atentos a ellas, pues, a
menudo, dejarlas pasar de largo es lo que le resta sentido a la existencia.