“El refugio bajo la tormenta”
Era una tarde gris en el pequeño pueblo de Monteluz. El cielo amenazaba con una tormenta que pronto cubriría todo con oscuridad. Clara, una joven maestra de escuela, observaba desde la ventana cómo el viento comenzaba a azotar los árboles. Había tenido una semana difícil: los problemas económicos, una discusión familiar y la incertidumbre de perder su empleo la hacían sentir como si todo se viniera abajo.
En su corazón, una pregunta resonaba:
—“¿Por qué, Dios, justo ahora?”
Cerró los ojos y, con un suspiro, recordó las palabras que su abuela solía decirle cuando era niña:
“Cuando el viento sopla más fuerte, hija, es cuando debes buscar refugio bajo las alas de Dios.”
⚡ La lluvia comenzó a caer con fuerza. Clara apagó las luces, se sentó en silencio y tomó su Biblia, que había permanecido cerrada por días. La abrió al azar y sus ojos se posaron en el Salmo 57:1:
“Me esconderé bajo la sombra de tus alas hasta que pase el peligro.”
Aquellas palabras parecían escritas solo para ella. Mientras las repetía en voz baja, sintió que algo se movía dentro de su corazón. No era que la tormenta cesara afuera, sino que algo comenzaba a calmarse por dentro.
A la mañana siguiente, al llegar a la escuela, el director la llamó a su oficina. Clara temía lo peor. Pero para su sorpresa, le informó que no solo conservaría su empleo, sino que había sido seleccionada para coordinar un nuevo programa educativo en su comunidad. Lo que parecía un cierre, en realidad era el comienzo de una nueva etapa.
Clara salió del lugar con lágrimas en los ojos, mirando al cielo despejado. Y recordó: la tormenta había pasado… pero ella ya había aprendido a refugiarse antes de que cesara.
“A veces Dios no cambia las circunstancias de inmediato, porque primero quiere fortalecer nuestro corazón para que aprendamos a confiar, incluso cuando el trueno suena más fuerte.”
Los niños la escuchaban atentos, sin saber que estaban frente a una maestra que había aprendido a vivir bajo las alas del Todopoderoso.
💖 Lección para la vida
La verdadera confianza no se mide cuando el cielo está despejado, sino cuando las nubes amenazan con lluvia.
Confiar en Dios no es cerrar los ojos a la tormenta, sino abrir el corazón a Su refugio.
Porque bajo Sus alas siempre hay paz, protección y promesa.
Por: William de Jesús Vélez Ruíz [WilliVeR]
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