Opinión: “Ya es hora de desarmarnos”


Por Rubén Darío Rodríguez López

Cualquier tipo de violencia, física, verbal, psicológica genera más formas de violencia, ninguna es sana, ni conviene para las personas, ni para ningún tipo de sociedad.

La violencia ha existido en nuestro país durante muchos años y creería que nos ha tocado a todos los colombianos, de una u otra manera. A muchos los ha tocado más cruelmente que a otros, con dolores y padecimientos diferentes, con daños que consideramos irreparables e imperdonables y que, en muchas personas ha sido insuperable ante la falta de justicia por parte de las autoridades, con los causantes de ese dolor profundo. 

Personalmente la he vivido de varias formas y con diferentes dolores, la guerrilla mató a mi primo Adolfo Roa Rodríguez, cuando mi padre era el Alcalde del Municipio, con lo que se nos llevaron a ese gran líder, en quien muchos mirandinos nos reflejábamos, por su carisma y su don de gente con los menos favorecidos, dejando a una viuda y cuatro pequeños hijos.  Muchos años después viví la humillación de tener que ir al páramo del Almorzadero, junto con mis hermanas, a una citación con el comandante de la guerrilla, para acordar saldar una deuda económica de mi padre, porque su prestamista nos denunció y prefirió acudir a que nos apuntaran con un rifle para presionarnos que a cobrar jurídicamente dicha deuda. En 1.999 yo era precandidato a la Alcaldía de San José de Miranda y la guerrilla, por orden de un contrario político, le prendió fuego a mi vehículo personal, frente a la casa de mis padres y posteriormente la guerrilla secuestró a uno de mis mejores amigos, con el cual trabajábamos en las zonas de Boyacá y Norte de Santander, reteniéndolo por 45 días, cobrando una extorsión a la empresa para la que laborábamos. Todo esto se resume en muchos años de contacto con la violencia, con el amedrentamiento y con la humillación a la cual nos sometía la guerrilla a toda la población de García Rovira.

Hacia el año 2.000 llegaron los paramilitares, de los cuáles también muchos rovirenses tuvieron que vivir con el dolor de diferentes maneras, en mi caso también mataron a un primo hermano y también mataron a campesinos inocentes, a algunos compañeros de infancia, de la escuela, ahí mismo en San José de Miranda y también en Málaga, y en general en toda la provincia de García Rovira. Fueron otros años llenos de horror, de ver las formas más crueles de un asesinato, cuerpos desmembrados, descuartizados, al final mucho más dolor y mucha más rabia al sentir que la justicia tampoco se veía actuar por ningún lado, en la provincia esta incursión provocó el desplazamiento de más de 30.000 personas.

Tal vez esto permitió que muchos tomaran la justicia por sus propias manos, disfrazados de guerrilleros o de paramilitares, ya fuera intelectual o materialmente. Sin embargo, estos hechos no han sido suficientes para que muchos de mis familiares, de mis paisanos y en general en este país, hayan podido superar este dolor y, por el contrario, siguen llevando ese dolor a cuestas años tras años, durante toda su vida y que tal vez nunca superarán, mientras no tengan un acto de discernimiento, de reflexión, que los lleve de una vez por todas a tomar la mejor decisión que pueden tener para con su sanidad mental y física, y es la decisión de "PERDONAR".

Es imposible entender que hoy estemos viviendo esa misma violencia, que nos sigan enmarcando entre guerrilleros o paramilitares, cuándo oficialmente, con ambos grupos se han desarrollado institucionalmente y formalmente dos procesos de Paz y de desarme, con sus pro y con sus contra, pero el cuento es que al final muchos de esos paramilitares y de esos guerrilleros dejaron sus armas y le apostaron a ver este país menos violento. Pero en Colombia todavía hay muchas personas con mucho dolor, mucha rabia, mucha sed de venganza, mucha sed de justicia, que se resisten a la paz, (mal negociada o mal hecha, o inconveniente como la llaman algunos, injusta o como la quieran llamar), pero es un intento de paz.

También es cierto que en Colombia hay unos pocos que se benefician de la guerra, sacan provecho políticamente de los enfrentamientos, de la polarización, y han sido tan astutos, que nos están enfrentando entre familiares, entre hermanos, primos, tíos, vecinos, gremios, entre ciudadanos y vienen promoviendo todo tipo de violencia que tiene enferma a nuestra sociedad colombiana. 

Sacan provecho para manejar el país a su antojo y nos hacen creer que los ciudadanos somos los culpables, es decir, los que votamos o dejamos de votar por el uno o por el otro, que los que debemos matarnos somos los unos a los otros, mientras ellos detrás de un perfil de twitter, encienden odios viscerales entre unos y otros y los incitan a salir a la calle, a salir a marchar, en caravanas, en cabalgatas; a gritarnos, a insultarnos como loros irracionales repitiendo una y otra arenga, que en muchos casos ni sabemos que significan, pero me dijeron que se lo gritara a mi hermano, a mi vecino, al que se me atraviese, al policía, al soldado, y si me dice algo, saco lo que primero encuentre a mano, ojalá un arma para descargársela con todo el odio que me ha inculcado mi idolatrado líder, que cagado de la risa, solamente se sienta en su aposento a ver como los "guevones" del pueblo se matan entre ellos mismos y desde allí mismo, también manejan y disponen los mayores negocios de corrupción.

El llamado es a "DESARMARNOS", sí, desarmemos nuestra vida, nuestro corazón, por una vez en la vida, hagamos un ejercicio de reflexión, de discernimiento y hagámonos estas preguntas: ¿Por qué tengo tanto odio en mi corazón, en mi mente, en mi actitud?, ¿qué me falta perdonar?, ¿A quién debo perdonar?, ¿a quién debo pedir perdón?, ¿mi hermano, mi vecino, mi primo, el taxista, el vendedor ambulante, el tendero, el perro, el gato, tienen la culpa? Y desde la espiritualidad (tu religión que profeses, tus creencias, tus lecturas, tus espacios) tomen una decisión de una vez por todas. "DECIDAN PERDONAR", nada más hagan ese ejercicio, tal vez difícil para muchos, imposible dirán otros, pero es el único camino, les garantizo que su vida personal va a cambiar y por sinergia la de su familia y la de su entorno.

Lo que no podemos perdonar es la corrupción, a ellos los debemos castigar, pero en las urnas.

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