Por Rubén Darío Rodríguez López
Decir que el gobierno o nuestros gobernantes se han equivocado en el manejo de la pandemia es la manera más fácil de opinar y de estar de acuerdo con conclusiones prematuras que han surgido en este momento que estamos viviendo a nivel mundial y muchos hemos caído en esa dimensión facilista. Aquí lo único claro es que nadie, absolutamente nadie estaba preparado para vivir esta situación, ni los gobiernos, ni las instituciones de salud, ni mucho menos el ciudadano de a pie.
En Colombia y en cada ciudad o municipio se ha asumido primero una estrategia restrictiva, con el ánimo de evitar el crecimiento desbordado del contagio, la cual no podemos negar al principio (mes de marzo) fue efectiva y, de alguna manera, los indicadores de la covid19 fueron bloqueados y mantenidos en niveles controlados. Igualmente se pensó que estas restricciones serían por poco tiempo, tal vez 30 o 45 días máximo. Bajo estos términos, se consideró que el suministro de subsidios en mercados de víveres y abarrotes iban a solucionar el problema de hambre en la gente que se necesitaba encerrar y la estrategia también contemplaba que, mientras la gente se mantenía aislada, se harían las acomodaciones necesarias y urgentes de la infraestructura de servicios de salud.
Todas estas medidas fueron tomadas, basados en experiencias de países europeos y asiáticos, los cuales, al momento de llegar el virus a nuestro país, ya estaban superando los picos de la pandemia y volviendo a sus normalidades. Sin embargo, hoy podemos reconocer que el miedo al contagio llevó a Colombia a encerrar a la gente antes de tiempo, ya que con 50 o 100 casos positivos se determinó el aislamiento obligatorio a nivel nacional, buscando paralizar el contagio, pero, por rebote, también se paralizó la economía nacional y cuando se dieron cuenta que no había forma económica alguna de mantener el país improductivo, se laxaron las medidas y se empezaron a extender excepciones para que la gente y el sector productivo volvieran gradualmente a la normalidad.
Los efectos sobre la economía nacional no se hicieron esperar, a junio el desempleo en Colombia se disparó a un 19,8%, lo que significó un aumento de 10,4 puntos porcentuales frente al mismo mes del año anterior, que fue de 9,4%. El sector público ha disminuido sus ingresos hasta un 35%, comparado con el año 2019 y la insensatez de nuestros políticos no genera esperanza de que sean utilizados honestamente y sobretodo en soluciones a largo plazo.
Las consecuencias en la seguridad alimentaria serán catastróficas, indiscutiblemente la falta de empleo, de recursos y el cierre de microempresas y pequeños negocios, pondrá en situación muy difícil a una gran parte de la población; los indicadores de pobreza y desigualdad infaliblemente se dispararán.
Pero lo más preocupante, es que el desarrollo de la pandemia seguirá siendo impredecible, la falta de claridad y de información confiable, la irresponsabilidad de la gente y la falta de prevención, no permitirán la oportuna reacción, sobretodo del sistema de salud en la atención, en la recuperación e incluso en el manejo de las muertes de las personas contagiadas. Irónicamente, en la medida que encierren a la gente, que cierren el comercio y otras medidas restrictivas, terminarán compitiendo directamente contra la presión del hambre de la gente que no tiene los recursos para mantenerse encerrados, contra los pequeños comerciantes, contra el empleo, contra los independientes, contra los transportadores, contra la dinámica socioeconómica.
Lo único que se debe dejar claro a todo el mundo, es que la solución no está en medidas inmediatas ni está a la vuelta de la esquina. Nos han querido vender la idea que el problema de la pandemia se controla totalmente con la instalación de unas unidades de cuidados intensivos(UCI) o con la instalación o compra de ventiladores para cuidados intermedios y esa tal vez se ha convertido en la mejor excusa de muchos gobernantes para no hacer nada y les ha servido también como excusa para creer que la única medida es la restricción o el encerramiento de la gente y la paralización de la economía.
En estos momentos y en los próximos meses, la única herramienta y estrategia que será efectiva contra la pandemia es la educación y la formulación de estrategias para generar el cambio de cultura ciudadana frente al comportamiento social, es una necesidad imperiosa hacerle entender a los ciudadanos que son los únicos que pueden ayudar a controlar la pandemia. Vale la pena traer a colación algunas estrategias publicitarias muy sensibles, por ejemplo, la que se hizo sobre el daño de las drogas en la salud humana (una imagen con la cronología del cambio físico de un rostro con el paso del tiempo y con el alto consumo de drogas); el de las campañas de manejar en estado de embriaguez (estrellitas negras en las vías o siluetas pintadas en el piso donde habían muerto personas por accidentes de tránsito causadas por borrachos al volante). En fin, estrategias agresivas y persuasivas para que el ciudadano entienda, de una vez por todas, que es el único responsable.
Es supremamente importante que los ciudadanos entiendan también que la pandemia de la COVID-19 no se superará con la llegada del pico de la pandemia, no se superará con la llegada de las UCI, con la construcción de hospitales, con la habilitación de más camas hospitalarias; digámosle a los ciudadanos cada momento, cada hora, cada minuto, cada segundo, por todos los medios de comunicación posibles (radio, televisión, escritos, digitales, etc.) que la única forma de acabar con esta pandemia es el día que estemos todos vacunados contra la COVID-19. Hasta hoy, la vacuna no tiene fecha definida, ni para su producción masiva, ni mucho menos para cuándo pueda llegar a Colombia; los más optimistas dicen que llegará entre abril y mayo de 2021 y en caso que así sea, no llegará para aplicarla a los 50 millones de colombianos y cuando llegue, la aplicación en la población podría tardar años. Es decir, tendremos que convivir con la pandemia durante mucho rato, no podemos dejar de vivir, dejar de comer, dejar de trabajar, tenemos que comportarnos responsablemente, cuidándonos del contagio y cuidando a nuestra familia, a nuestros vecinos, a nuestros empleados, a nuestros amigos.
Invito a Alcaldes, Concejales, líderes y medios de comunicación en todas las regiones, a que se unan y diseñen estrategias masivas y agresivas de cultura ciudadana frente a su comportamiento social. Aquí lo único seguro que podemos concluir es que, "MIENTRAS NO EXISTAN CAMBIOS EN EL COMPORTAMIENTO SOCIAL, VA A SER MÁS DIFÍCIL LIDIAR CADA DÍA, CON TODO LO QUE FALTA DE ESTA PANDEMIA".