Etapas de la vida
“¿Cómo puede un joven mantenerse puro? Obedeciendo tu palabra.” — Salmo 119:9
El Salmo 119 es un himno profundo de amor por la Palabra de Dios. No sólo es el capítulo más extenso de la Biblia, sino que también es un recordatorio constante de que la Palabra no es un libro para leer solamente, sino un camino para vivir.
El salmista pregunta: ¿Cómo puede un joven mantenerse puro? Y la respuesta no está en fuerzas humanas, en consejos temporales o en filosofías pasajeras, sino en obedecer la Palabra de Dios. Esta verdad no es solo para los jóvenes; aplica a cada etapa de nuestra vida: la niñez, la juventud, la adultez y aun la vejez.
La Pureza No Es Ausencia de Problemas, Es Dirección en Medio de Ellos
Pureza significa vivir con intención, con propósito, con claridad de decisión. Significa caminar con Dios, aun cuando el mundo invita a caminar lejos de Él.
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Cuando somos adolescentes, la pureza se muestra en las decisiones sobre amistades, influencias y hábitos.
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En la vida adulta, la pureza se vive en la integridad, la fidelidad y el manejo del carácter.
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En la madurez, la pureza se refleja en la sabiduría, la templanza y la guía que ofrecemos a otros.
La pureza no se sostiene sola, se sostiene con la Palabra.
La Palabra Como Guía Diaria
Dios nos ha regalado un manual para la vida, una brújula cuando el corazón duda, una luz cuando el camino se nubla. El problema no es no tener guía… es no usarla.
Puedes leer mucho la Biblia, puedes escuchar predicaciones, puedes incluso tener versículos memorizados, pero si no obedeces, todo se queda en teoría.
La obediencia es la llave que abre las promesas.
Ejemplos Aplicables a la Vida Diaria
En el hogar:
Cuando surgen discusiones o diferencias familiares, en vez de reaccionar desde el orgullo, busca aplicar la Palabra: “La suave respuesta calma el enojo” (Proverbios 15:1). Practicar esto transforma atmósferas.
En el trabajo:
Puede que enfrentes injusticias, presión o comentarios negativos. En vez de responder mal, recuerda: “Todo lo que hagan, háganlo como para el Señor” (Colosenses 3:23). Tu excelencia y tu actitud serán tu testimonio.
Con amistades:
No todas las amistades construyen. Pregúntate: ¿Esta persona me acerca a Dios o me aleja? La Palabra dice: “El que anda con sabios, sabio será” (Proverbios 13:20). La pureza se fortalece también con la compañía correcta.
Reflexión Final
Cada vez que tu corazón sienta que la vida se contamina, cuando te falte claridad, paz o dirección, vuelve a la Palabra. Allí siempre habrá instrucción, corrección, consuelo y fuerza. Y sobre todo, habrá una invitación a obedecer.
La pureza no es un evento, es un caminar.
Nuestro propósito de Vida es: “Vivir la Palabra con V de Victoria”.
Por: William de Jesús Vélez Ruíz [WilliVeR]
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